La semana pasada hablamos de políticas para combatir la pobreza extrema rural, ahora toca el turno de la pobreza extrema urbana. En 2022 había 15.5 millones de personas en pobreza extrema por ingresos en México. De ellas, 60 por ciento habita en zonas urbanas (9.3 millones). Es cierto que muchos de los pobres extremos viven en ciudades pequeñas o medianas (es decir, de menos de 100 mil habitantes), pero un número muy significativo reside en ciudades grandes. De hecho, de acuerdo con las cifras de 2020, alrededor de 2.5 millones de pobres extremos residen en el área metropolitana de Ciudad de México y 1.5 millones viven en otras ciudades grandes como León, Puebla, Toluca, Cancún, Acapulco, Cd. Juárez y Tijuana.
La pobreza extrema urbana difiere en formas muy importantes de la pobreza rural, por eso no puede ser atendida de la misma forma ni con las mismas políticas. La primera gran diferencia es que la pobreza extrema urbana es más sensible al crecimiento económico que su equivalente rural. Esto se debe a que, a diferencia de lo que ocurre con la pobreza rural, en las zonas urbanas el territorio no es pobre en sí mismo. Además, la mayor densidad poblacional de las ciudades permite el desarrollo de una variedad más amplia de actividades económicas. De esta forma, y aunque parezca una obviedad, el crecimiento económico sostenido es, a la larga, la mejor forma de contribuir a la reducción de la pobreza extrema urbana.
A pesar de sus diferencias, hay algo que puede funcionar en ambos casos: las políticas con enfoque territorial. Esto se debe a que la pobreza extrema urbana también se puede identificar geográficamente con cierta facilidad. Inclusive al interior de las grandes ciudades, la pobreza extrema se suele concentrar en ciertas colonias o perímetros. Estas colonias, típicamente marginadas o periféricas, comúnmente alejadas de las zonas de consumo, de servicios o de transporte público masivo, suelen tener mayores índices de pobreza extrema. Por ello, un enfoque territorial podría ser particularmente útil en este caso.
¿Quiénes son los pobres extremos urbanos? Normalmente se trata de personas con bajos niveles educativos, en hogares de mayor tamaño, que se ocupan en actividades manuales o de servicios, con dificultades para encontrar empleos formales y que, cuando logran incorporarse al mercado laboral, lo hacen en condiciones precarias o insuficientes y normalmente tienen que dedicarle más de 3 horas diarias para transportarse entre su vivienda y su trabajo. Al mismo tiempo, estas personas viven en colonias en donde existen todo tipo de carencias: de alumbrado, de pavimentación, de recolección de basura, de servicios públicos, de parques, etc. Por ello, un programa que podría contribuir a reducir la pobreza extrema urbana es un programa de gran calado, en el que colaboren los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), y en el que se realicen obras públicas intensivas en trabajo y que contraten fundamentalmente a la mano de obra local. Este programa, que podría ser una variante o una extensión del actual Programa de Mejoramiento Urbano, podría darle empleo e ingreso a miles de trabajadores mexicanos y contribuir paulatinamente a mejorar las condiciones de vida de ellos y de sus familias. Esto fortalecería la economía local y podría generar un dinamismo del que hoy en día carecen muchas de estas localidades.