Hubo una época en la que prácticamente no existía ahorro de largo plazo en México. De hecho, no fue sino hasta fines de los noventa cuando comenzó a generarse un importante ahorro obligatorio de largo plazo destinado a financiar las pensiones de los trabajadores bajo el nuevo régimen establecido en la reforma pensionaria de aquellos años. Estos recursos, mantenidos y administrados por las Afores (Administradoras de Fondos para el Retiro) han crecido en forma constante desde 1997 hasta alcanzar un monto equivalente a casi 20 por ciento del PIB en 2024. Se estima que hacia 2030 estos recursos podían llegar a ser 30 por ciento del PIB y para 2040 se calcula que podían llegar a estar por encima de 50 por ciento del PIB. ¿Qué hacer con todos estos recursos? ¿Cómo potenciar su impacto en el crecimiento y la inversión?
El pasado 25 de octubre la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) anunció la actualización del régimen de inversión de los recursos que se encuentran bajo resguardo de las Afores con el objetivo de potenciar sus inversiones y poder ofrecer mayores rendimientos a los trabajadores mexicanos. De acuerdo con la Consar, “el régimen de inversión es el pilar para el otorgamiento de rendimientos competitivos” y debe estar orientado a facilitar la actividad productiva nacional, la mayor generación de empleo, la construcción de vivienda, el desarrollo de infraestructura estratégica del país y el desarrollo regional.
En concreto, la Consar anunció, entre otras cosas, la ampliación de los límites de inversión de los recursos de las Afores en Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces (conocidos como Fibras, cuyo límite pasó de 10 por ciento a 12.5 por ciento del total de activos) y en instrumentos estructurados (asociados especialmente a proyectos en energía e infraestructura y cuyo límite pasó de 20 por ciento a 30 por ciento del total de activos).
Estas modificaciones son sin duda muy bienvenidas en un contexto en el que la demanda por espacios comerciales e industriales en el país ha crecido en forma significativa, al mismo tiempo que se anticipa un incremento importante en la inversión en proyectos de energía e infraestructura en el país. Sin embargo, no debemos confundirnos. El problema en sí no eran los límites a la inversión como tal, sino la escasez de proyectos rentables en los cuales invertir. Baste recordar que la inversión actual de las Afores en Fibras es de solo el 2.5 por ciento del total de activos y que la inversión en instrumentos estructurados es de solo el 8.3 por ciento. La institución que más invierte en Fibras es Pensionissste, con el 4.3 por ciento de sus activos, y la que más lo hace en instrumentos estructurados es principal, con el 12.3 por ciento de sus activos, es decir, muy lejos incluso de los anteriores límites de inversión. Mientras tanto, más de la mitad de los recursos de las Afores se siguen destinando a la compra de valores gubernamentales.
Así, es claro que mientras no haya suficientes proyectos rentables de largo plazo y mientras las tasas de interés reales sigan siendo tan altas, difícilmente los ahorros de largo plazo se canalizarán hacia el tipo de actividades que podían tener un mayor impacto positivo en el crecimiento del país.