Un mes y menos cuatro días

Jalisco /

A 31 días de iniciado este sexenio, la realidad es que las sospechas de continuidad no en modelo, sino en modos y propaganda, se han validado.

Claudia Sheinbaum recibió un país en donde existen dos gobiernos: el de la grilla y el pleito político incesante y el de la Realidad, ese donde el Crimen Organizado cobra el derecho de piso y la extorsión es el otro impuesto, tal vez el verdaderamente obligatorio y que angustia no pagar.

En estos 31 días, las dos realidades se han golpeado de manera constante y cruel. La cifra de muertos no ha decrecido y, al contrario, ha sumado una cantidad escandalosa de desaparecidos que el gobierno prefiere dejar en ese apartado para no reconocer que una fuerte cantidad de ellos descompondría la cifra mágica de homicidios que, de vez en vez, presentan en la mañanera.

La mañanera, ese instrumento de comunicación que fue tan efectivo durante casi seis años y que hoy hace agua. Hay muchos invitados repetidos que, ahora, pretenden ser los fuertes en el discurso y en el ataque a los opositores, pero los Serranos, Pedreros y Pozos se pierden ante lo descafeinado de la oradora principal. Durante un mes, la conferencia de prensa ha funcionado para presentar programas y acciones que podrían ser interesantes y benéficas, pero todas ellas se pierden en el discurso propagandístico y la falta de energía de una mandataria que lucha contra su grisura con poca efectividad hacia el mediano plazo. Obvio, no habrá encuestas de popularidad que demuestren el punto, pero la conversación en la calle y en los corrillos políticos no se encuentra en los dichos de la presidenta sino en sus enemigos políticos.

Quien piense que Fernández Noroña, Adán Augusto y Monreal sólo están jugando a la matemática judicial, está equivocado. Los tres construyen sus precandidaturas hacia 2030 en un andamiaje donde el poder judicial -cuyas plazas ya pelean entre ellos- será lo que los mueva con mayor rapidez a su objetivo.

Obvio, falta para el polar el rey de espadas. Ebrard sabe que su momento se acercará con el triunfo de Trump en la elección del próximo martes.

Sí, triunfo de Trump. Las encuestas norteamericanas le dan empate a republicanos y demócratas, pero la realidad es que el voto oculto en el país es enorme y la gente piensa menos en derechos humanos y aborto de lo que piensa sobre economía y migración. El gen racista WASP sobresaldrá el 5 de noviembre y llevará a ganar a Trump pese a perder, por tercera ocasión, el voto popular.

Ahí, México lleva las de perder. Los errores tácticos dentro de la relación con los demócratas no fructificarán con la nueva administración, que sabe que ya no tiene nada que perder ante deportaciones masivas y el ataque sistemático a un gobierno mexicano que se acerca más a la izquierda repudiada por Trump que a un socio deseable y sutil. López Obrador tenía coincidencias de carácter con Donald Trump, coincidencias que le ayudaron en el tránsito de los últimos dos años del empresario como presidente. Ahora, Sheinbaum no es el tipo de mandatario con el que le gusta tratar al republicano, al contrario: lo técnico lo aborrece tanto como la falta de carisma y belleza.

A todo esto, sumen el desastre de la reforma al poder judicial. Claudia Sheinbaum se ha embarcado en un catamarán donde la soberbia y la impericia política son lastres, pero ella los ve como aletas para nadar en aguas turbulentas. El triunfo del régimen es notorio a partir del aplastamiento y la tergiversación de la ley. Pero ningún triunfo es permanente.

Algo que no se distingue desde la ceguera del poder, ceguera que lleva ya 31 días.


  • Gonzalo Oliveros
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