Cada día escucho con más frecuencia a familiares, amigos y conocidos decir “yo ya no veo noticias, me enferman, me revuelven el estómago, me abruman, me ponen de mal humor”, por eso mejor me hago el guaje.
Ejemplos como la reforma de agandalle al Poder Judicial, o el nombramiento de líder de Morena para un hijo del presidente saliente tan señalado de corrupto y corruptor, o que el Palacio Nacional seguirá siendo una residencia presidencial por seis años más y la entrega vergonzosa y de rodillas de la familia Yunes, son ejemplos del porqué nos volvemos guajes.
Ah, pero ya se anunciaron 3 mil kilómetros más de vías férreas en el sureste, pero no vemos que se programe una presa para el sistema lagunario del río Tamesí; es más, ni a diques bien hechos llegamos.
Pero eso sí, ya se anuncia con bombos y platillos que el “Puente Roto” pronto será terminado, como si esa lomita pavimentada y enzacatada fuera la gran obra del ex sólido sur de Tamaulipas.
Si nuestro estado es de los que mayores ingresos le representan al gobierno federal, lo justo sería que sea en igual proporción el beneficio que del centro se devuelva a esta entidad.
Porque una cosa es que el pueblo se haga el guaje ante tantas cosas negativas, y otra muy distinta es que los gobernantes se hagan los mensos y solo declaren que la gran inversión en Tamaulipas se deriva de la entrega millonaria de apoyos sociales.
Que quede claro: fuera de la construcción del hospital del Issste en Altamira, el paso a desnivel en aquel municipio y muchas visitas a la refinería Madero, en el sur no ha habido progreso gubernamental del rubro federal.
Trabajo hay: Arreglar el cordón litoral, construir una presa, pavimentar los mortales caminos a Ébano y a Pánuco, mejorar los servicios de salud en el IMSS, etc.
La ciudadanía se puede hacer guaje no escuchando cosas malas para evitar contaminarse, pero los políticos deben tomar decisiones más sabias y progresistas; a ellos no les corresponde hacerse los bobos.