La forma en la que la narrativa de “El banquero” es conducida es más que convencional. Su estilo. Su estilo, mayoritariamente linear, no se propone ofrecernos una técnica innovadora o elementos sorprendentes, limitándose a un importante juicio que sirve para ligar el inicio con el fin. Sin embargo, la historia del filme es poderosa y, sobre todo, basada en hechos. En este caso, eso es suficiente para hacer que el filme crezca ante los ojos del público.
Además, la dupla de protagonistas interpretada por Samuel L. Jackson y Anthony Mackie es capaz de asegurar el enredo con facilidad. A pesar de que el caso real de dos de los primeros banqueros negros en los Estados Unidos no es tan conocido, éste se muestra relevante para retratar cuánto invade el racismo los sueños profesionales y personales. “El banquero” se apoya en el deseo de Bernard Garret (Mackie) y no presenta paso a paso la historia del hombre hasta llegar a personas como Joe Morris (Jackson) y Matt Steiner (Nicholas Hoult).
La película aborda como cuestionamiento el hecho de que dos hombres negros sean capaces de cerrar negocios solamente con un hombre blanco de escudo, inclusive sin otorgar un peso dramático más potente a los diálogos importantes envolviendo al trío. La química entre Hoult, Jackson y Mackie funciona, pero poco a poco la fuerza se centra solamente en las consecuencias vividas por Bernard. Esto no deja de ser válido –especialmente porque el personaje es quien cobra mayor resplandor–, pero aun así sería interesante ver más de Matt.
Al final, el involucramiento de Matt sólo crece a partir de cuando él se muestra capaz de negociar perfectamente con otros banqueros e inversionistas del ramo. Lo triste es notar que a pesar de tanto Bernard como Joe se esfuerzan en compartir sus conocimientos, a final de cuentas no son considerados grandes profesionales sino criminales. El color de sus pieles sólo fue el único obstáculo en el camino de carreras notables, marcadas por comentarios prejuiciosos, miradas y palabras hostiles que el filme muestra en diversos momentos.
“El banquero” transmite dos sensaciones contrastantes a lo largo de su desarrollo: la satisfacción de ver a dos hombres conquistando un área hasta entonces inhabitada por personas negras y la de ver una injusticia del tamaño espantosos siendo ejecutada dentro de un tribunal. Al menos los créditos finales prueban que las prisiones no son en vano.