Azar viajero

Ciudad de México /

Llegué a las 10 de la mañana de anteayer, lunes, al aeropuerto de Guadalajara para tomar el vuelo 223 de Aeroméxico, el de las 11:15, rumbo a la Ciudad de México.

El vuelo estaba demorado, anunciaron, sin más explicación. Conforme pasó el tiempo, se fue sabiendo que la demora sería enorme. Su origen era que un banco de niebla matutino había retrasado hasta por tres horas los vuelos programados para salir del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la capital.

Empezó una larga espera, sin otra información que la de las pantallas del aeropuerto, cuyos datos diferían hasta en dos horas de los de la app de la línea aérea.

En las pantallas del aeropuerto, mi vuelo, el AM223, tenía un retraso anunciado de cuatro horas. Iba a salir a las 14:24 horas. Sin embargo, vuelos posteriores, como el AM229, que estaban programados para salir tres horas después del mío, no tenían retraso anunciado.

El vuelo AM229, posterior al mío, salió de Guadalajara a las tres de la tarde, coincidiendo con el anuncio de que mi vuelo, el AM233, saldría hasta las cuatro de la tarde.

Como a las cinco, mientras hacíamos cola para abordar, nos informaron que el avión de nuestro vuelo había cambiado y que posiblemente hubieran cambiado también nuestros asientos asignados.

Mientras me enteraba de esto, recibí la llamada de una amiga que había volado en el AM229 y había llegado ya a la Ciudad de México.

Me esperaba todavía media hora de cola.

Al subir al nuevo avión del vuelo AM223, el piloto nos explicó que todo se debía a la demora original del banco de niebla de la Ciudad de México. Todos los aviones habían hecho esa cola y todos llevaban ese retraso.

Bueno, sí, salvo el avión del vuelo AM229 que había volado a Guadalajara tres horas después que el mío, pero había salido de Guadalajara tres horas antes.

El piloto nos estaba diciendo una mentira, ¿para qué? Ya era suficiente el enorme retraso.

Despegamos de Guadalajara a las seis de la tarde. Aterrizamos a las siete de la noche en la Ciudad de México, luego de ocho horas y una mentira de espera. 

  • Héctor Aguilar Camín
  • hector.aguilarcamin@milenio.com
  • Escritor, historiador, director de la Revista Nexos, publica Día con día en Milenio de lunes a viernes
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.