Trump se deja sentir en el mundo anticipadamente como un poderoso presidente de Estados Unidos.
Lo será. Ningún presidente había tenido el dominio de los tres poderes en ese país desde Grover Cleveland, en 1892. Trump casi lo tiene ya.
Controlar los tres poderes de la Unión es lo que Madison definió en alguno de sus ensayos federalistas como tiranía.
Trump se dispone a darle uso a ese poder. Y empieza a dar los primeros golpes.
Ha dicho que será “dictador” por un día, el día primero de su gobierno, en el que emitirá una cascada de decretos presidenciales, con todo lo que quiere cambiar en su país.
Según una editora de The Economist, Zanny Minton Beddoes, los países que están más cerca de la línea roja de Trump son: México y Ucrania. La agenda radical de Trump, coincide el Financial Times, pondrá a prueba la fragilidad de México.
Entre los planes prioritarios de Trump, cuatro pueden golpear mucho a México: las deportaciones masivas y el cierre de la frontera, la imposición de aranceles arbitrarios, la guerra contra las drogas y la guerra comercial con China, que ve incrustada en México.
Ayer Trump dio a conocer al personaje que será el zar de sus fronteras. Se trata de Tom Homan, ex director del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), conocido por su mano dura. Homan no dudó en separar a más de 4 mil niños de sus padres en los procesos de detención y deportación del primer gobierno de Trump.
Homan es un primer golpe directo para México. Dijo en su primera entrevista, reportada por El País, que no habrá “campos de concentración”, ni “redadas en los barrios”. En los centros de trabajo sí, pero no serán redadas, sino “registros”.
Tiene una solución para no volver a separar a los niños de sus padres al deportarlos: deportarlos juntos. Y tiene un consejo para los que están ilegalmente en Estados Unidos: “Que empiecen a hacer sus maletas”.
México pone mucho de su parte para ser blanco de Trump: su disparatada reforma judicial, su política energética estatista, su descontrol de la violencia criminal.
Veremos.