Primer discurso

Ciudad de México /

Hay cosas de fondo que comentar en el discurso de toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum y en sus cien compromisos de gobierno.

Quisiera concentrarme en las formas del discurso, porque eso es algo que sucedió realmente ayer, a diferencia de los temas de fondo que son, en lo importante, en lo que el gobierno piensa hacer, promesas, más que realidades.

El discurso de la presidenta Sheinbaum me pareció bien pensado, bien escrito y mejor leído, previsible en muchos pasajes, prometedor en otros, encendido en lo que creo que es su mejor parte, la más emotiva y la mejor dicha: su arenga por las mujeres y por su igualdad sustantiva.

Hubo en el discurso momentos de definición y de firmeza, pero no hubo rispidez, lo cual ya es una declaración de intenciones políticas, un rasgo de mesura y civilidad.

Alguien le reprochó en un tuit que no hubiera dicho que va a gobernar para todos y todas. No es exacto: la frase comprometiéndose a ello está ahí, lo mismo que el respeto a la diversidad política, sexual y cultural .

Una parte sustantiva de las buenas formas en la ceremonia de ayer no estuvo en el discurso, sino en el hecho de que la presidenta Sheinbaum saludó cordialmente a la ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, con la que tiene una diferencia muy seria, a propósito de la reforma judicial.

Su tono no fue triunfalista ni amenazante, no rompió lanzas contra nadie, tendió puentes y definió intenciones de diálogo con sectores claves del futuro económico y de la vida pública de México.

Fue claro su compromiso de garantizar las libertades de expresión, de prensa, de credos religiosos, y de respetar los derechos humanos y la ley.

Pero el hilo central, nuevo, el mejor trabado de su discurso, fue su alegato por las mujeres.

Hay reclamos justos a la presidenta Sheinbaum por haber sido dura y sorda ante la movilización y la protesta de las mujeres.

Creo que en su primer discurso presidencial se comprometió hasta el cuello con esa causa, y que aquí empieza algo que no hubo nunca, hasta ahora, en el discurso presidencial del país.


  • Héctor Aguilar Camín
  • hector.aguilarcamin@milenio.com
  • Escritor, historiador, director de la Revista Nexos, publica Día con día en Milenio de lunes a viernes
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