De Félix María de Samaniego: Jardín de Venus (y la erotología, la ciencia del placer)

Estado de México /

Los poemas eróticos “Jardín de Venus”, escritos y leídos de forma clandestina, por el poeta y fabulista español, Félix María de Samaniego y Zabala (1745-1801), quedaron inéditos hasta su publicación en 1921. En ellos se narran los goces sexuales que los humanos efectuamos con nuestro cuerpo.

Cabe decir que Samaniego es famoso en el mundo por sus admirables fábulas. Más si en ellas siguió a Fedro, Esopo o Jean de La Fontaine, aquí elogiará al “Decamerón” de Giovanni Boccaccio, o “Los cuentos de Canterbury” de Geoffrey Chaucer, donde los sacerdotes gordos presumen sus destrezas sexuales, las esposas infieles buscan jóvenes amantes, las monjas sufren delirios sexuales o los cariñosos que desean amores fáciles son castigados.

Estamos ante el género de literatura erótica: “Donde los textos se relacionan, directa o indirectamente, con el erotismo y el sexo. Cuando las escenas son explícitas deja de ser erotismo y es pornografía. El erotismo usa metáforas para hacer referencia a lo sexual sin ser evidente. El erotismo siempre ha estado con los humanos, hay varios ejemplos de ello: en el Antiguo Egipto “El papiro de Turín”, en la India el “Kama-sutra”, en Grecia “Lisístrata”, entre otros.”

Erotología: “Del griego, éros, érotos, amor sexual, y logía, tratado. Estudio del erotismo. Ciencia que se basa en la historia de la sexualidad y en los estudios de diferentes psicoanalistas y plantea el análisis de la práctica erótica y la evolución sexual de la humanidad.” Para los griegos, Eros, dios de la atracción sexual y dios de la fertilidad. Para los romanos, Cupido (deseo).

Entremos en la obra, señalemos que son 57 poemas y que solo tomaremos partes de ellos para ilustrar los contextos y disfrutar de su genial rima.

“Los gozos de los elegidos”, a un guardia en la noche lo llaman desde una casa: “Determinó acercarse, porque era voz de femenil persona, la que el lance ocasiona, dejó guiarse, donde estaba la cama, dejó que dispusiera la dama, de sus partes naturales, en que el varonil miembro introducía, dentro de su natura, por cierta industriosa abertura.”

“Las entradas de tortuga”, una señora está muy enferma, todos y su marido la cuidan, llega el médico, dice que ha muerto. La arreglan muy bella para el entierro, el marido se excita: “Mirándola los pechos, que a torno parecían estar hechos, y el ojal del encanto en que pecara un santo. Dicho y hecho, de un brinco montó, y con ahínco quedó, sin más que quepa, clavada en aquella cepa, al paso que empujaba su mujer se animaba y cuando sintió fuego del prolífico riego, abrió los ojos, medio suspirando y abrazó a quien la estaba culeando.”

“El conjuro”, un sacerdote y su lego son llamados para exorcizar a una joven, el sacerdote se cansa y sale, deja al lego con la joven: “Las partes de su cuerpo más secretas, ya descubría las redondas tetas, de brillante blancura, ya, alzando la delgada vestidura, manifestando un bosque bien poblado, en hebras mil rizado. El lego, que miraba tal belleza, sintió grande su pieza, esgrimiendo su cosa, sin temor del diablo que estaba, en aquel cuerpo que atacaba. El diablo asustado, dijo –guarda Pablo, el lego ladino, no respeta virgo femenino, pero que deje con el suyo al diablo.”

“La receta”, una monja padece de histérico, el médico la receta, la abadesa acepta que se la aplique, la cuida otra monja, que finge dormir: “Vio que el escolapio prontamente montaba a la paciente, y que ella culeaba, mientras él la estrujaba. Gritó – ¡Socorro!- Este médico maldito, a nuestra hermana pincha el conejito. La abadesa llega, quiere certeza, sube la camisa y exclama con presteza: - ¡Bendígaselo Dios! ¡Soberbia pieza!

“El país de afloja y aprieta”: un joven llega a un país y presume de su virilidad: “El soberano quiere que lo pruebe, al rato ya no puede, el soberano furioso, dijo –que aprieten a este perezoso. Al punto tres negros de Guinea vinieron, de estatura gigantea, cuyo virgo del joven desfondado, quedó bastante castigado.”


  • Hugo G. Freire
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