El ensayo “La imaginación” fue escrito entre los años 1935-1936 por el filósofo francés Jean-Paul Charles Aymard Sartre, ganador del Premio Nobel de Literatura 1964, que rechazó porque tenía como regla renunciar a cualquier reconocimiento.
El texto nos habla de la creación de una teoría de la imagen para evitar las contradicciones surgidas desde Descartes, Leibniz, Hume.
Expone Sartre que: “La teoría pura y a priori -de estos pensadores- han hecho de la imagen una cosa. Pero la intuición interna nos enseña que la imagen no es una cosa.”
Señala: “Que todos o casi todos han incurrido en la confusión entre identidad de esencia e identidad de existencia.” Por tal razón se le ha dado a la imagen una calidad de objeto sin darse cuenta: “Que se dan en dos planos de existencia.” Agrega que cuando se percibe la imagen como cosa, se cree: “Que existe en el mismo plano.”
Dice que aclarará este postulado, imagen-cosa, pero es preciso: “Partir de Descartes y trazar una breve historia del problema de la imaginación”
Antes definamos ensayo: “Texto en prosa que explora, analiza o evalúa un tema.
Características:
1.- Escrito fundamentado que sintetiza un tema.
2.- Tiene como finalidad argumentar sobre un tema o descubrirlo.
3.- Posee un carácter preliminar e introductorio.
4.- Presenta argumentos fundamentados y opiniones sustentadas”
Ahora veamos qué es la fenomenología trascendental: “Corriente filosófica fundada por Edmund Husserl (1859-1938) que desea renovar la filosofía y convertirla en una ciencia estricta para alcanzar una verdad objetiva en el conocimiento de un fenómeno. Acatando dos requisitos: primero, tener una comprensión progresiva; segundo, tener un método propio. El propósito será describir cómo el mundo se hace presente en la subjetividad, determinando sus estructuras esenciales.”
Anuncia Sartre: “Que los principales hallazgos de la fenomenología serán válidos para el psicólogo. Y su método servirá de modelo para ellos.”
La obra inicia -como un buen ensayo- con la fundamentación de su idea. Aquí da los datos de lo que él considera que es una imagen, y en cada uno de los capítulos del libro argumenta y rebate a los teóricos: Binet, Taine, Maine, Broca, Wernicke, Bergson, Spaier, la Escuela de Wurzburgo, aquellos que en algún momento hablaron de la imagen pero que le atribuyeron cualidades de cosa u objeto.
Veamos la argumentación esencial donde explica por qué la imagen tiene dos existencias que la apartan de ser una cosa u objeto: “Miro esta hoja blanca que está en mi mesa; advierto su forma, su color, su posición. Estas distintas cualidades se ofrecen a mi mirada como existencias. Son para mí, no son yo. Pero tampoco son de otro. Están presentes e inertes a la vez. Es la existencia en sí. Es lo que se llama una cosa” Pero señala: “En ningún caso mi conciencia es una cosa” Aunque: “Sí se tiene conciencia de esa existencia.” Nos ha descrito una de las existencias.
Después detalla la otra existencia: “Ahora miro en otra dirección. Ya no veo la hoja blanca, veo el papel gris de la pared. La hoja deja de estar presente, no está más ahí. Sin embargo sé que no ha desaparecido: su inercia la preserva de eso, las cosas en cuanto inertes escapan al dominio de la conciencia, su inercia las salvaguarda y preserva su autotomía.” Nos reitera que la hoja no se ha ido: “Simplemente ha dejado de ser para mí.”
Prosigue. “Miro el papel gris. La pared. No obstante la hoja blanca se me aparece en toda su forma y cualidades. Está aquí. Y si quiero ver la hoja real tengo que ver en mi mesa.”
Entonces: “La hoja que se me aparece tiene identidad de esencia. Solo que esta identidad de esencia no va acompañada de identidad de existencia. Es en sí la misma hoja, pero existe de otro modo. Yo no la veo, existe en sí. En una palabra, no existe de hecho. Existe en imagen”
Cerremos nuestro análisis con esta afirmación de Sartre: “La imagen es un acto y no una cosa. La imagen es conciencia de algo”