En 1942, Frida Kahlo aceptó ser dar clases en La Esmeralda, la escuela de pintura más prestigiada de nuestro país. Según Hayden Herrera en su libro titulado sencillamente Frida, la llegada de la artista a la institución causó gran revuelo, pues por un lado era una mujer que muchos alumnos admiraban; sin embargo, para otros era agresiva y desagradable.
Ese momento de la vida de la artista hoy mundialmente famosa es retomado por Clemente Vega en su obra Los Fridos, término que se acuñó para aquellos jóvenes que fueron sus alumnos.
Los Fridos es, sin exagerar, una maravillosa puesta en escena creada por talentosísimos jóvenes que son los protagonistas de la nueva ola que vive la escena mexicana.
Clemente Vega --quien además de autor es también director, diseñador del vestuario, la escenografía y el audio—debe tener 26 o 27 años a lo sumo, y es un ejemplo del talento, profesionalismo, preparación y entrega en nuestro teatro actual.
El texto, como bien se subraya al inicio del mismo, no tiene un orden cronológico. “se cuenta conforme se vayan acordando”, lo que lo convierte en una serie de viñetas que ilustran la relación de la pintora con sus alumnos.
No se trata de un relato biográfico. Aquí no importan, fechas, lugares o nombres completos y reales, sino el vínculo que se va creando entre maestra y estudiantes, pues no sólo actúa como docente, sino que también se muestra como amiga, como guía, como inspiración, como estímulo para esos jóvenes de entre 15 y 19 años, con los que compartió el aula.
Sin ser concretamente la vida de ninguno de ellos, por sus nombres –porque en la obra no se menciona ningún apellido-- se puede ubicar a esos Fridos como: Erasmo Vázquez Lendechy, Arturo Estrada Hernández, María de los Ángeles Ramos, Tomás Cabrera y Ramón Victoria.
Aunque es factible creer que el dramaturgo hizo un compendio de las vivencias de muchos de esos alumnos, y las concentró en esos cinco.
Aplauso para el también joven equipo creativo que se suma a Clemente para lograr este genial montaje: Daniela Espino (diseño de iluminación); Fernanda Cuéllar (maquillaje), Santiago Moreno (peinado).
Y por supuesto una ovación de pie, tal y como ocurrió el día del estreno, a los talentosísimos jóvenes actores. De verdad que grato encontrar un elenco tan parejo, tan talentoso todo. Ellos son Mónica Bejarano (Frida), Jorge Viñas (Tomás), Fabiola Villalpando (María), Andrés Jurado (Erasmo), Bobby Mendoza (Arturo) y Mario González Díaz (Ramón), que son a quienes me tocó ver en función; más Saúl Villa, Elisabetha Gruener y Gonzalo de Esearte, que alternan como Tomás, María y Erasmo, respectivamente.
En los agradecimientos del programa de mano, Clemente Vega escribe: “Para los maestros que transforman nuestra alma”; seguramente todos recordamos a algún profesor que marcó nuestra vida, que nos orientó, apoyó, animó para crecer y lanzarnos a la conquista del mundo.
Por ello es que el montaje conecta con todo mundo. Las risas y las lágrimas son muestras de la enorme relación que la puesta en escena establece con el público.
Los Fridos es una muestra contundente de la madurez que viven las nuevas generaciones de teatreros de nuestro país. Felicidades a todos, desde el autor hasta el último de los elementos de producción. Gran trabajo el que se realiza en cada una de las áreas.
Los Fridos se presenta únicamente los jueves hasta mediados de octubre en el foro Lucerna, que comandan los incansables Mariana Garza y Pablo Perroni.