Efímera es la naturaleza del teatro. Lo cual lo hace, paradójicamente, maravilloso y terrible a un mismo tiempo. Maravilloso porque la vivencia es única e irrepetible; y terrible porque cuando se acaba se acaba, y ni la más fiel de las videograbaciones se acerca a la experiencia presencial que se tuvo.
Pienso en ello porque en días recientes he tenido ese efímero encuentro con tres espléndidos montajes. Y lo más curioso es que llegué a cada uno de ellos de manera casi circunstancial.
El primero hallazgo sucedió en la ciudad de La Paz, BCS, como parte del programa de la 44 Muestra Nacional de Teatro. Se trata de Ni tan chico ni un lejos, un espectáculo pensado para niños y adolescentes. Esa fue mi primera duda ¿iré, será para mí, no me aburriré? ¡Qué bueno que decidí ir, pues la experiencia fue realmente gratificante!
Creada, dirigida e interpretada por Alejandro Chávez Flores y Fernando Leija Flores, Ni tan chico ni tan lejos es una mezcla de danza contemporánea, con teatro físico y clown que atrapa a todo mundo a lo largo de poco más de una hora.
Y subrayo lo de “a todo público” porque si bien el espectáculo está dirigido esencialmente a las jóvenes audiencias (como ahora se les llama) los espectadores de todas las edades entran maravillosamente en la convención, y disfrutan cada uno de los hermosos momentos visuales.
La trama es aparentemente muy simple: dos chicos se conocen, y empiezan a acercarse. El juego los hace cómplices, y rápidamente rompen el hielo. Cuatro pedazos de cuerda les bastan para construir universos de diversión.
El desempeño escénico de Alejandro y Fernando es estupendo y empatiza de inmediato con el público. Contribuye enormemente para lograr esa conexión el resto de la propuesta: vestuario (Mauricio Arizona), iluminación (Lila Méndez) y música original (Sapukai).
Como es efímero, Ni tan chico ni tan lejos está ahora en una pausa, que terminará apenas inicie 2025; mientras tanto la misma compañía presenta este martes 19 la obra Miedo come todo, en el teatro Orientación, atrás del Auditorio Nacional, a las 10 y 11:30 horas.
También en La Paz conocí a Dalia López Cortés, quien representa al estado de Hidalgo en el programa Jóvenes a la muestra. Fue en una sobremesa en la que Dalia me habló de su compañía Amphibia Teatro de Investigación Social. Fue tal su entusiasmo que me contagió y me dieron muchas ganas de ver su trabajo, que curiosamente hace una breve temporada en la Ciudad de México.
Se trata de Piensa en rosa, que se presenta en un pequeñísimo espacio ubicado en la planta alta del Centro Cultural El hormiguero, en una sala que no da cabida a más de 10 espectadores.
En un escenario de apenas 2.5 por 1.5 metros se desarrolla la historia escrita y dirigida por Dalia e interpretada por Itzel Manzano, quien da vida a una mujer privada de su libertad que cumple una condena de 30 años por filicidio (asesinar a su hijo).
Se trata de un texto que habla de la realidad cercana a su equipo creativo, avecindado en Tepeji del Río. A lo largo de una hora nos conmovemos con la historia de esta Medea moderna que pinta la terrible realidad que viven aún las mujeres en nuestro país y peor aún si enfrentan una situación carcelaria.
Mientras la veía recordé la tajante frase de mi admirada Susana Alexander, cuando afirma que para que suceda el hecho teatral sólo se necesita un alguien que quiera decir algo a otro alguien que quiera escucharlo y que esa historia los conmueva a ambos. ¡Gran trabajo!
Por fortuna queda una oportunidad más para aplaudir Piensa en rosa, el viernes 22 a las 20 horas. En Gabriel Mancera 1539, casi esquina Félix Cuevas.
El tercer pétalo de este trébol se lo debo a Ernesto M. Agraz, quien fue mi alumno en la carrera de Comunicación, de ahí saltó a estudiar teatro y ahora combina ambas facetas con gran solvencia.
Cuando me invitó a la obra Justo donde se rompe el alma le reclamé que lo hiciera ya que la temporada está por terminar, pues casi me quedo sin verla. Por fortuna pude disfrutarla (y padecerla).
Justo donde se rompe el alma es una historia de inmigrantes mexicanos que viven en EUA buscando una mejor vida, pero…
La disfruté porque se trata de un montaje muy sólido, desde su dramaturgia (Marco Magoa), dirección (Eduardo Córdova), dispositivo escénico e iluminación (Aurelio Palomino), y por supuesto las muy buenas actuaciones. Además de Ernesto están en escena Tania Noriega, Joselyn Amaya, David Guevara y Deicardi Díaz.
Y la padecí porque es terrible enfrentarse con la realidad que vive la mucha gente que emigra y debe aceptar “todo” lo que su nueva residencia le impone para tratar de encajar en esa realidad.
Hay una ultima función de Justo donde se rompe el alma, que también se presenta en El hormiguero, el mismo día, viernes 22, a las mismas 20 horas.
Tres trabajos jóvenes, comprometidos con lo social y lo artístico. ¡Bravo por la sangre joven que sigue circulando en el cuerpo teatral de nuestro país!