El viernes 28 de mayo se conmemoró el Día de la Salud Menstrual. Esta fecha fue elegida en alusión a los 28 días que generalmente tiene el ciclo y el mes 5 es referido al promedio que puede durar el sangrado. Para entender por qué se le dio visibilidad a este tema dedicándole un día, habría que empezar por señalar que hablar sobre menstruación es también un asunto de Derechos Humanos.
Según la ONU, si sumamos las menstruaciones durante el curso de vida de una mujer, se traducirían en, al menos, pasar de 3 a 8 años sangrando continuamente. Periodos durante los cuales es muy probable que, por menstruar, sea objeto de discriminación, exclusión o descuido.
Parece exagerado pensar que un proceso esencial de la salud siga siendo un tabú, pero la realidad es que existen al menos 5000 formas de referirse a la menstruación sin nombrarla según una encuesta mundial realizada por la app Clue.
Sumemos a esto los mitos y estigmas que persisten en muchas culturas: desde mujeres sirias escapando en el desierto con infecciones y tratando de ocultar su menstruación, culturas indígenas americanas que aíslan a menstruantes durante su sangrado, creencias populares que parten de una asociación a lo corrupto, malvado; hasta los eufemismos de la sangre azul y la felicidad inmutable de los comerciales.
Pero la problemática no se limita sólo a la calificación social, existe algo llamado “pobreza menstrual” que se traduce en la imposibilidad económica de acceder a productos de higiene femeninos debido, entre otras cosas, a que las mujeres pagamos el pink tax o impuesto rosa para poder adquirirlos.
Para explicarlo en palabras simples, las mujeres pueden pagar hasta 17% más por el mismo producto que un hombre. Si eliges un rastrillo desechable en la tienda, mejor asegúrate de que sea azul.
Tomemos en cuenta al imaginar esto que, de acuerdo a cifras de CONEVAL, 42% de la población femenina mexicana se encuentra en situación de pobreza. Para algunas mujeres el gasto mensual en estos productos puede representar hasta el 10% de su ingreso mensual.
Hablemos también de las variables relacionadas a trastornos crónicos como dismenorrea o Síndrome de Ovarios Poliquísticos (SOP), entre otros, que afectan a muchas menstruantes. Según el IMSS, en el país el 50% de las mujeres sufre algún trastorno relacionado a la menstruación que le puede limitar en actividades tan sencillas como caminar.
Es por ello que, en 2017, se sentó un precedente en cuanto a esto. El Tribunal de lo Contencioso Administrativo y Fiscal del Estado de México aprobó que sus trabajadoras tuvieran posibilidad de un día pagado de incapacidad laboral en caso de que se demostrara clínicamente algún trastorno relacionado a la menstruación. Éste fue un paso inicial y, sin embargo, urgen más políticas laborales con perspectivas de género que se generalicen a la mayoría de la población y que consideren el bienestar de sus empleados.
Uniendo puntos es más fácil empezar a visualizar la ironía de que después de tantos siglos y en medio de una aceleración tecnológica, todavía estemos luchando por conseguir consideraciones relacionadas a un derecho tan básico como lo es la salud y el bienestar que deberían tener los menstruantes. Ya es hora de pensar en la menstruación como un tema que nos atañe a todos como sociedad, tenemos derecho a una menstruación digna.
Ida Vanesa Medina P.