Arzobispo, defensor de migrantes

  • Desde el biopoder
  • Jaime Zambrano

Puebla /

Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, tomó posesión de su cargo el 2 de abril de 2009 en una ceremonia que se desarrolló en el estadio Cuauhtémoc, donde estuvieron presentes más de 40 mil fieles.

Desde aquel día y hasta la fecha, Sánchez Espinosa se caracteriza por levantar la voz por los que más sufren y, en particular, por los migrantes que pasan por la arquidiócesis con dirección al norte del país.

El líder de la grey católica se suma a los llamados para que se respeten los derechos humanos de los migrantes. De manera particular, pide respeto a su vida, principal derecho porque sin ella, no se puede entender nada.

“¡Cuánto sufren nuestros hermanos migrantes! Salen por mejores condiciones de vida y, muchas veces, encuentran la muerte. Entran por la frontera sur y quieren llegar a la norte. En este camino, los maltratamos”, lamentó, en su momento, el arzobispo.

Sánchez Espinosa, una y otra vez, mantiene sus palabras y, de manera constante, pide respeto a los derechos de los llamados “sin papeles”, ora por ellos, quienes, en muchas ocasiones, son víctimas de la delincuencia.

Al mismo tiempo, el arzobispo de Puebla, desde su llegada, impulsa la operación de una red de albergues para brindar descanso, alimento y un baño a los migrantes. En la actualidad, las Parroquias de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, ubicada en la colonia San Rafael Poniente; Nuestra Señora de la Asunción, ubicada en la colonia Aquiles Serdán; y Nuestra Señora de los Desamparados, en el fraccionamiento Valle Dorado, son puntos de apoyo para quienes están en busca de mejores condiciones de vida. Las tres parroquias son sedes de la Comisión Diocesana para la Movilidad Humana, realizando un trabajo coordinado y en común.

La arquidiócesis que encabeza Sánchez Espinosa reconoce que los transmigrantes, es decir, quienes están de paso por territorio mexicano y buscan llegar a Estados Unidos, están viajando en condiciones infrahumanas y peligrosas. Sin duda, las personas en movilidad están arriesgando su vida con el objetivo de obtener recursos para mejorar su realidad y la de los integrantes de sus familias que se quedaron en zonas expulsoras.


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