El escenario es el siguiente: en un último intento por salvaguardar su legado en política exterior -lo que sea que eso signifique- Joe Biden autorizó al gobierno de Volodímir Zelensky el uso de misiles de largo alcance contra territorio ruso, los ATACMS. Armamento que la Casa Blanca le había proporcionado desde hace meses a Ucrania. Mientras escribo estas líneas ha trascendido información en la que se asegura que los ucranianos han hecho uso también de los misiles de manufactura anglofrancesa, los Storm Shadow otorgados por Reino Unido. Esto a 1000 días de iniciado el conflicto, con la intromisión de Corea del Norte y con el arribo de Donald Trump en enero próximo.
Con esta nueva escalada en el conflicto surgen muchas preguntas que muy posiblemente tendrán una respuesta una vez que Trump asuma la presidencia, mientras tanto, en los siguientes dos meses, para Ucrania, Europa y el mundo la incertidumbre aumentará, toda vez que la decisión de Biden -en una triste demostración más de sus pobre reflejos- al autorizar el uso de los ATACMS ha llegado muy tarde. A su vez, el terror psicológico de la retórica rusa, con la activación del posible uso de armas nucleares no hará otra cosa que incrementar el pánico.
¿Qué sucederá en la zona de batalla en los próximos 90 días? ¿La retórica incendiaria de Rusia pasará de las amenazas a los hechos? ¿Tendrá la administración de Biden un último as bajo la manga antes de que Trump dinamite la estrategia de los últimos 3 años? ¿Estará Ucrania dispuesta a ceder parte de su territorio y a desistir de su idea de unirse a la OTAN? ¿Rusia accederá a establecer un zona desmilitarizada y a comprometerse a no volver a ocupar territorio ucraniano? ¿Cuáles serán las condiciones con las que Trump negociará la paz si es que lo logra? ¿Sus aliados europeos se alinearán con él o lograrán disuadirlo para ceder en lo mínimo ante Rusia? ¿Hasta qué punto el agregado de Corea del Norte en la ecuación tendrá un impacto tanto para el conflicto en Ucrania como para las tensiones que se viven actualmente con Corea del Sur?
Cómo se puede apreciar, el panorama es cada vez menos halagüeño cuanto más países se involucran de manera activa en esta ocupación.
De cualquier manera, si el objetivo del próximo inquilino de la Casa Blanca es finiquitar lo más pronto posible un conflicto del cual su país no ha obtenido ningún beneficio tangible, sí, sé que suena crudo pero así es como lo ve el futuro presidente de Estados Unidos, inevitablemente se tendrán que hacer sacrificios. Empezando por Ucrania y llevándose de su paso a sus aliados europeos.
No seré naíf respecto de la situación actual del mundo, pero tampoco quiero invocar a la histeria dado el curso actual de la guerra en Ucrania, porque no creo que ayude en lo absoluto. Sin embargo, me queda un resquicio de esperanza para una posible solución al conflicto, que será dolorosa y en la que muy probablemente salga beneficiado Vladimír Putin, pero, siendo razonables, no le veo otra salida a esta intervención que no sea la cesión de una parte del territorio de Ucrania a Rusia con la condición de una paz más o menos duradera para las dos partes.
Estaremos atentos a lo que suceda en estas navidades y sobre todo a las decisiones que tome Estados Unidos al respecto cuando Donald Trump vuelva a dirigir el barco. Esperemos, por el bien de todos, que no naufrague antes.