“La revolución no será televisada”, decía el estribillo de una famosa canción de culto en Estados Unidos, en 1971. Gil Scott-Heron, el autor, nos presenta un combativo fresco sociopolítico, cuya reflexión final es que la revolución no será televisada porque será en directo, es decir, sucederá de verdad, en las calles, y no en las pantallas de los televisores.
Hoy, medio siglo más tarde, sabemos que la revolución será televisada, la veremos en las pantallas, es igual que sea en las calles o en un descampado o, incluso, que ni siquiera exista.
Hoy cualquier guerra es contenido para las pantallas, de hecho, con el instrumental tecnológico que llevan los soldados encima, se podría transmitir la guerra en directo, pero antes, supongo, los productores, los patrocinadores y el público en general tendríamos que aprender a convivir con esa inmoralidad. Pero es verdad que todo se aprende.
El producto estrella de la guerra televisada es la de Gaza, ninguna otra de las ofertas bélicas genera más interés. Es curioso que de las 56 guerras activas que tenemos hoy en el planeta, muchas de ellas con muchos más muertos y con muchos más episodios de violencia descarnada, la que más pantalla ocupa sea la de Gaza que, en comparación con las demás, no lleva demasiados muertos; ¿por qué será?, ¿será porque en las otras no hay judíos?
¿Por qué durante los años de la guerra del Congo, que ya fue televisada, donde murieron cinco millones y medio de personas, no vimos a los estudiantes de Columbia o de la UNAM haciendo plantones en los jardines de la universidad ni recabando firmas en cartas de protesta para enviar a sus gobiernos, o a la ONU o a la Unión Europea? ¿Por qué será que aquella guerra que, vuelvo a decir, también fue televisada y cuyos rescoldos siguen activos, no importó a las buenas conciencias de Occidente? ¿Por qué era una guerra entre negritos?
¿Por qué nadie protesta por la guerra de Sudán, que lleva 150,000 muertos en un año, más 10 millones de desplazados y que para finales de diciembre, calcula The Economist, tendrá más de dos millones de muertos? ¿Por qué será?