Las vicisitudes del lenguaje (Los marranos)

Jalisco /

El lenguaje hace maravillas porque nos permite comunicarnos (verbal o por escrito) bajo un acuerdo común con otros seres humanos. El lenguaje cambia con el tiempo y su uso va adquiriendo nuevos significados, matices y vocablos (normalmente importados de otras lenguas) y nos lleva por andaduras que a veces ni reconocemos. Ahí está el famoso “spanglish”.

Una de estas sorpresas me la llevé hace algunos meses, cuando en una conferencia sobre filosofía y ciencia, la sustentante (doctora especializada en filosofía de los siglos XVII y XVIII, - ¡vaya!, qué maravilla de especialización hemos logrado) mencionó el término “los marranos” explicándonos brevemente el uso inicial del mismo, usado para designar en castellano a los judíos conversos al cristianismo, a fines del siglo XIV, -por la fuerza o por interés propio- y que expresaba una liga muy controversial de la palabra dado que en español está palabra se refiere también al mamífero denominado cerdo.

Me puse a investigar más y me encontré con un libro [La fe del recuerdo, Laberintos marranos de Nathan Wachtel, Fondo de Cultura Económica de Argentina, Buenos Aires, 2007] sobre la historia de este grupo de personas, su diáspora y sus angustias y sufrimientos, ya que se daba el caso que no los querían los judíos (por haber dejado su religión) ni los cristianos (por considerarlos inferiores al haberse pasado de una a otra). En otros casos seguían practicando su religión en secreto (criptojudaicos).

Dice el autor Wachtel que “en el contexto de la expansión europea, los marranos se dispersaron por todo el mundo y contribuyeron de modo eminente a la emergencia de la modernidad en Occidente. La separación entre la educación cristiana y la herencia judía produjo dudas y escepticismo, pero también hibridaciones y sinceridades dobles. De la compleja religiosidad marrana nació también la visión de un mundo menos dogmático, más complejo, más relativo y más tolerante”.

Y continúo con su texto: “la condición marrana es un testimonio ejemplar de los dramas, las angustias, las ambigüedades, pero también las mutaciones y las creaciones del Occidente moderno. En una vasta perspectiva de historia comparada se ha podido hacer un paralelo entre dos series de fenómenos sin relación en el espacio y muy distantes en el tiempo: por un lado, la trayectoria histórica del judaísmo ibérico durante los siglos XV y XVI; por el otro, la del judaísmo alemán (incluso europeo) en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. En España, la integración brillantemente lograda de los cristianos nuevos procedentes de las comunidades judías dentro de la sociedad global despertó el rechazo mayoritario de los cristianos viejos, que reaccionaron mediante la elaboración de los estatutos de “pureza de sangre” excluyendo a los descendientes de conversos de los cargos y de las carreras a la cuales el bautismo, teóricamente les había dado acceso”.

El término “marranos” y su epopeya el “marranismo” tiene según la Wikipedia el origen etimológico del verbo “marrar” y hacía referencia a los conversos que no practicaban correctamente la fe católica, bien por no cumplir sus preceptos, por continuar con prácticas del judaísmo en privado o ambas. El término pasó a ser peyorativo en español al indicar a una persona que traiciona o engaña”.

Igualmente menciona que “marrano es un término que hace referencia a los judíos convertidos de los reinos cristianos de la península ibérica que "judaizaban", es decir, que seguían observando clandestinamente sus costumbres y su anterior religión. El criptojudaísmo de los marranos fue justificado por los rabinos con el argumento de que los judíos podían —e incluso debían— fingir convertirse a otra religión si creían en peligro su vida y estaban exentos de cumplir aquellas prácticas del culto que pudieran delatarles —solo se les exigía en última instancia que mantuvieran la fe en sus conciencias-“.

Y con exclusiones y discriminaciones llegamos a las acciones de la Inquisición española que persiguió ferozmente en América a estas personas durante el virreinato (siglos XVI al XVIII). Wachtel nos dice que la persecución fue tal, que expone en su obra los testimonios de maneras muy diferentes de vivir la condición marrana que representan una identidad común que aún hoy resiste el olvido y fatídicamente se entrelaza con el holocausto judío derivado de la persecución y genocidio nazi alemán en el siglo XX.

Todo esto para compartir con mis lectores un pedacito de historia humana, y entender que la próxima vez que escuchemos o leamos las palabras marrano o marranismo, no tan sólo entendamos que se refiere a un animal del que nos alimentamos (el cerdo o puerco), a algunos políticos o legisladores, sino que la historia también refiere términos que solo la academia y la ciencia utilizan para referir épocas históricas que nos dejaron cicatrices que aún persisten.


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