La tríada maligna

Ciudad de México /

Después de la detención del asesino en serie Jeffrey Dahmer, el 22 de julio de 1991, los investigadores del Departamento de Policía de Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos) comenzaron a hurgar en el pasado del homicida.

Encontraron, en los lugares que Dahmer habitó, imágenes en las que este aparecía dormido, con amigos, con su padre, documentos personales, en fin, el registro de un individuo que en primera instancia daba la impresión de ser tan común como cualquier otro ciudadano estadunidense.

Una fotografía, sin embargo, llamó la atención de los agentes: en la parte superior de una rama puntiaguda, clavada en un terreno boscoso, sobresalía el cráneo en descomposición de un perro.

La imagen es sobrecogedora, pues muestra de cuerpo entero a un hombre que gozaba torturando y mutilando animales. Esta conducta fue avalada por el propio Dahmer durante los interrogatorios.

Albert DeSalvo, El estrangulador de Boston, fue un sádico sexual que confesó que, de joven, colocó a un gato y a un perro dentro de una caja con una separación entre ambos. Después de varios días sin darles de comer, De Salvo retiró la separación entre las mascotas para observar cómo los animales se mataban.

Henry Lee Lucas sacrificó a un número indeterminado de animales, penetrando los cadáveres de sus pequeñas víctimas.

Dahmer, De Salvo y Lucas son solo tres de una gran cantidad de asesinos pluralistas que cumplen con al menos una de las aristas que integran la Tríada de Macdonald, un conjunto de factores que los perfiladores criminales consideran predictivos o asociados con tendencias violentas.

La Tríada de Macdonald, que integra la crueldad hacia los animales, la obsesión por provocar incendios y la enuresis persistente después de los cinco años, fue propuesta por vez primera por el psiquiatra J.M. Macdonald en el artículo “La amenaza de matar”, publicado en 1963 en American Journal of Psychiatry.

Los también psiquiatras Daniel Hellman y Nathan Blackman, así como los agentes del FBI John E. Douglas y Robert K. Ressler, además de Ann Burgess, señalaron en su momento que la Tríada de Macdonald es una buena base para evitar un comportamiento depredador posterior. 

  • José Luis Durán King
  • operamundi@gmail.com
  • Periodista; estudió en Historia en la UNAM y desde hace más de 20 años escribe la columna de periodismo negro “Vidas Ejemplares” en MILENIO los jueves cada 15 días. Autor de los libros Gentiles caballeros del terror, Vidas ejemplares. Asesinos en serie y De la región al mundo.
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