En 1992, siguiendo el ejemplo del muy joven y talentoso doctor Fermín Pliego Maldonado, mi tío, estuve a punto de ingresar a la Facultad de Medicina en la UNAM, pero la sólida influencia de mi padre me hizo cambiar de opinión hacia la de junto, la de Derecho, de donde él era egresado. Fue muy pronto cuando la vecindad entre facultades provocó que llegara a mis manos el Ensayo sobre la ceguera, novela de 1995 del portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998.
El Ensayo sobre la ceguera cuenta la historia de una sociedad en decadencia, que había sido golpeada además por una virulenta y misteriosa epidemia; es una novela apocalíptica en que la pérdida de la vista barre con una ciudad sin nombre y donde las primeras víctimas son puestas en cuarentena por el gobierno en un hospital abandonado.
El pasado jueves 11 de febrero, el doctor Fermín Pliego Maldonado, mi tío, murió por las complicaciones que le provocó en su organismo el contagio de covid-19. Nuestra familia se suma a otras 2mil 500 familias que han sufrido la pérdida de alguna heroína o héroe de los servicios médicos que entregaron su vida y lo mejor de su persona y profesión por la salud de México y de su gente.
Esa sociedad médica, virtuosa y llena de bondad, que hubiera cambiado la esencia de la obra del maestro Saramago. En septiembre de 2020, un reportaje de la BBC señaló que el personal de salud mexicano estaba a la cabeza de la lista de fallecidos durante la pandemia en una lista de países analizados, según Amnistía Internacional y The Lancet, la prestigiosa revista británica.
Para noviembre de 2020 las autoridades de Salud informaron que había mil 884 muertes entre su personal. Apenas empezando el año, el 6 de enero de 2021, se nos informó que uno de cada 10 casos activos de covid-19 se registró entre trabajadores del sector. El 15 de enero sumaban ya 2 mil 580 los decesos, de los cuales 47 por ciento correspondía a mujeres y varones médicos, y el resto a personal de enfermería y apoyo.
Todos los días perdemos un poco de esa sociedad virtuosa que integra la comunidad médica; antes de que apareciera la pandemia, México ya reportaba un déficit de más de 200 mil trabajadores de salud, es decir, no había la cantidad suficiente de personal en los hospitales, sobre todo de especialistas para la atención de enfermos críticos.
El novelista, dicen los especialistas en literatura, aborda la enfermedad desde un punto de vista filosófico, en especial el concepto de ignorancia y su naturaleza peligrosamente contagiosa entre los seres humanos. La enfermedad es, de este modo, una alegoría de “no poder ver”.
Saramago mismo afirmó en una entrevista que escribió esta obra para recordarle a los que la leen: “Cuando degradamos la vida, pervertimos nuestra razón; la dignidad de los seres humanos es abusada todos los días por aquellos en el poder; la mentira universal ha reemplazado múltiples verdades, y el hombre pierde su autoestima cuando pierde el respeto por su prójimo".
A 26 años de la publicación del Ensayo sobre la ceguera, estoy seguro de que la noble tarea de quienes, como mi tío, transformaron la salud y la vida de cientos de familias en nuestro país durante décadas, hizo la diferencia. También hoy más que nunca y para todos sigue vigente la frase de Alejandro Magno: “Al final, cuando todo acaba, lo único que importa es lo que has hecho”.
Esta entrega va en homenaje al doctor Pliego Maldonado y a sus 2 mil 500 compañeros de los servicios médicos que, como él, dieron su vida por la salud de los demás. El Ensayo del maestro Saramago algún día habrá de terminar.
* MAP. Profesor-investigador especialista en seguridad pública y nacional. Ex director de la Policía Cibernética Nacional y ex SSP de Coahuila.