En la actualidad, la cultura de la automedicación se ha convertido en algo cotidiano. Desde una simple jaqueca hasta una fuerte tos prometen ser solucionados por productos que se ofertan lo mismo en las farmacias que en cualquier tienda de conveniencia. Su venta libre ha permitido: aliviarse, llegar grave a la sala de urgencias de un hospital, o en el peor de los casos, fallecer. Automedicarse significa poner en peligro la vida.
Las alergias, las sobredosis son las causas más frecuentes en los historiales y estadísticas clínicas. Las empresas farmacéuticas exhiben sus novedades de manera constante; en su publicidad exhiben nuevos ingredientes que garantizan aliviar el padecimiento. Es increíble que a pesar de los esfuerzos de las instituciones del Sector Salud promoviendo el Fomento a la Prevención siga sin hacer eco en el total de la población.
El uso indiscriminado de antibióticosy antivirales obligó en el 2010 al gobierno federal a prohibir su venta sin receta médica. El daño, y más que nada la muerte de muchas personas hizo posible esta medida la cual es común en casi todo el mundo. Sin embargo, cuesta mucho hacer entender a la gente que ingerir estas substanciascomo si fueran chocolates es un asunto delicado de graves consecuencias.
Mismo argumento se aplica para los medicamentos que tratan las neurosis, las depresiones y otros trastornos mentales. Aunque deben ser prescritos por especialistas de la Salud Mental, se sabe que se comercializan de forma clandestina teniendo terribles resultados como sobredosis o suicidios.
En México todavía existe una fobia o un rechazo hacia los doctores. Esto no es casualidad. El temor a conocer un diagnóstico que no se quiere aceptar, es una de las razones. Otra es que al salir de la consulta no exista una receta con varios medicamentos; para muchos pacientes significa una pérdida de tiempo.
Por eso prefieren automedicarse de la mejor manera, ya sea a través de amistades o algún familiar que tal producto le ayudó y se alivió en menos de lo que esperaba. Pero también encomendándose a San Google que responde lo que cada quien quiere saber,sin tomar en cuenta que cada organismo es diferente, y los tratamientos nunca podrán ser iguales. Aun así, esperan un milagro para aliviarse.