En uno de sus más significativos ensayos, la escritora norteamericana Flannery O’Connor argumenta que es posible que muchos estén interesados en ser escritores pero no en escribir, una historia debe contener un significado importante.
Enfrentarse “cara a cara a su propia historia”, logra que Gratitud, de Oliver Sacks (Londres, 1933-Nueva York, 2015), se convierta en un texto memorable. En cuatro breves relatos el autor - neurólogo y escritor británico-, rinde un tributo al sufrimiento, a la naturaleza y a la ciencia médica.
En Gratitud (Anagrama, México, 2016), Sacks no se aleja de sus dos grandes pasiones: la literatura y la ciencia. No se olvida de viajar, de repensar el mundo o de su afición por las motocicletas. Pero su principio único y definitivo fue el convertir los expedientes hospitalarios en extraordinarias obras literarias. Él lamentaba, y lo manifestaba obsesivamente, que se hubiera perdido esa tan humana costumbre de los trabajadores de la salud del siglo XIX que consistía en escribir el testimonio de la enfermedad con la sabiduría de quien observa, interpreta y sabe contar una buena historia, como lo aconsejaba Flannery O’Connor. En O. Sacks el expediente médico es la historia de una persona que ha padecido algún trastorno neurológico.
Gratitud es un volumen que reúne cuatro grandes momentos de su vida, un recuento de quien sabe que morirá al enterarse que se le ha complicado un melanoma en el ojo que le había sido diagnosticado.
En Mercurio está la correspondencia del elemento 80 y la edad cronológica. A los 11 años fue Sodio, explica. A los ochenta la historia es vivida, imposible de percibirlo cuando se es joven. De mi propia vida es un texto sabio y deslumbrante: el diagnóstico de una metástasis en hígado y, como Hume, a escribir sin tregua una pequeña autobiografía: “He recibido mucho y he dado algo a cambio, He mantenido un diálogo con el mundo (...) el que mantienen los escritores y los lectores. Mi tabla periódica toca el tema del cerebro, el universo y la conciencia pero vuelve a la muerte: “Afrontar la pérdida recurriendo a lo no humano”. Y aparece aquí la Gratitud por ver, en líneas de Milton, el cielo espolvoreado de astros. Sabbat es la descripción del ritual y el repaso de su vida casi monacal, solitaria pero satisfactoria. Sacks deja a sus lectores con una sensación de paz y gratitud, en efecto.
@Coleoptero55