Con su peculiar estilo, que ya conocemos, Donald Trump lanzó una bomba contra Canadá y México, amenazando y condicionado (a través de mezclar, de nuevo, temas de migración y, en nuestro caso, de narcotráfico) un impuesto de 25 por ciento a todo lo que venga de sus dos principales socios comerciales.
No me sorprende. Así lo hizo en su anterior administración. Por eso pasamos del TLCAN al T-MEC. Estrictamente, este último debía abrirse y revisarse en 2026, pero el Ejecutivo tiene facultades de abrirlo, revisarlo y modificarlo.
Lo que busca Trump es seguir legitimándose con su base de votantes y mantener a tope esa popularidad, resultado de la elección donde no solo arrasó él, sino también el Partido Republicano, que obtuvo mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado. Esto último hace suponer que encontrará pocas trabas en el camino.
Lo que también es cierto, es que hacer lo que dice es “darse un balazo en el pie”. Es retórica y es discurso. Imponer aranceles de 25 por ciento a lo hecho en México y Canadá será también perjudicial para su país.
En materia inflacionaria, puede poner en jaque los planes de la Reserva Federal y echar por la borda lo avanzado hasta el momento. No solo con el rebote de la inflación se pone en pausa la baja de tasas, también puede verse obligado a incrementarlas de nuevo. Trágico desenlace.
En cuando a las deportaciones, imaginemos un escenario en el que manda a 200 mil mexicanos de regreso. ¿Quién los va a sustituir? ¿Norteamericanos? De ser así, el costo de la mano de obra se elevará al doble o más. Incosteable e inflacionario. Así que no todo lo que Trump dice y dirá es realista. Es su estilo de negociar y habrá que ser un tiburón a la hora de enfrentarlo; teniendo claro, por supuesto, que nosotros perdemos más.
Y es que después de haber lanzado la bomba, México “se puso las pilas”: ya vimos decomisos importantes al crimen organizado y también al contrabando chino.
Dando y dando, y la cosa mejorará. Trump quiere ver a un México que les dé prioridad a ellos y que la invasión china en México se modere. Y si tenemos que decantarnos por alguien, Trump tiene razón: será por ellos.