En medio de un panorama sombrío para el país tras la publicación en el Diario Oficial de la reforma judicial y de la posible aprobación de otras reformas constitucionales nocivas, como la eliminación de los organismos autónomos, no es fácil ofrecer un escenario alentador. Admito que me cuesta trabajo; sin embargo, me siento con la necesidad de ofrecer un “rayito de esperanza”.
Con el enorme poder que ha acumulado (por la buena y por la mala), Morena prácticamente puede hacer lo que quiera. Ya cuenta con el control absoluto de dos de los tres poderes y pronto, gracias a su reforma judicial, posiblemente del tercero. Lo natural es que a falta de contrapesos abuse de su posición en perjuicio del país, pero también existe la posibilidad de utilizar la aplanadora que tiene para avanzar en causas trascendentales que nos beneficien.
Este contexto me trae a la mente la situación de una empresa muy endeudada. La deuda, como el poder, es un magnificador: agrava los problemas y resalta los éxitos. El desempeño del CEO es crucial en una empresa con mucha deuda. Es verdad que lo más probable es que termine quebrando; no obstante, si el equipo directivo logra sortear la tempestad, los accionistas pueden salir muy bien librados.
Puedo pensar en pocos momentos en la historia de México en los que el futuro dependa tanto de una sola persona. Cuando asuma la presidencia, Sheinbaum gozará de un poder no visto en los últimos 50 años. Es sabido que el poder corrompe y si es absoluto corrompe absolutamente, por lo que el panorama es complicado. Pero si cae en buenas manos, el poder absoluto puede generar beneficios estructurales que de otra manera serían casi imposible de obtener.
Sacar adelante reformas trascendentales es complejo, en particular cuando existe un gobierno dividido. Los obstáculos son difíciles de superar. Existen muchos grupos de interés dispuestos a frenar cualquier cambio que los afecte. El obstruccionismo, por supuesto, es bienvenido cuando las reformas perjudican al país (como fue el caso de la judicial), más no cuando se trata de cambios necesarios al sistema educativo y de salud, por ejemplo.
Sheinbaum tiene la formación académica y la experiencia para hacer un gran papel. Ha demostrado su capacidad y eficacia en temas tan complejos como el combate a la inseguridad durante su gestión como jefa de Gobierno de CdMx. Por otro lado, también ha demostrado una lealtad absoluta a López Obrador.
Algunos lectores dirán que el Presidente será el poder detrás del trono y que podemos esperar más de lo mismo. No lo creo. Quizá en un inicio mantendrá influencia, pero no veo cómo Sheinbaum le permita permanecer relevante por mucho tiempo. La historia de México está plagada de ex presidentes que quisieron alargar su dinastía y que fueron rechazados por sus sucesores.
Sheinbaum tiene una oportunidad de oro para transformar para bien a México. Aunque es difícil ser optimista en estos momentos, espero que la aproveche.