¡Que la impartición de justicia no sea una cuestión política! Ese sería el deseo genuino de todos los ciudadanos. A todos nos molesta que los delincuentes que se acerquen al poder sean cobijados con el manto de impunidad.
En un verdadero Estado de Derecho la justicia es ciega, porque no distingue entre amigos y enemigos, existen leyes generales, abstractas y de aplicación igual para todos. Los delitos están descritos en los códigos y el que la hace la paga, ese sería el mundo ideal y utópico con el que todos soñaríamos; En el mundo real las cosas son diferentes, aquí no importa que tan delincuente hayas sido, mientras te sepas acercar al árbol correcto, se cancelan las denuncias, se cierran las carpetas de investigación y no pasa nada.
Esto no es nuevo, ni es privativo de un partido político, tal vez si se ha vuelto cada vez más descarado, la presión que se ejerció desde el oficialismo contra los Yunes para votar la reforma judicial, en la cual cambiaron de opinión y de ideología de partido el mismo tiempo que les eran canceladas las órdenes de aprehensión que existían en su contra fue una clara exhibición de intercambio de favores; la impunidad a cambio del voto. Sin embargo, el momento más indignante por rayar en el cinismo absoluto de confesión del uso faccioso del poder, en donde se trafican influencias fue la declaración del presidente del Senado esta semana en donde reclama abiertamente a Corral la traición consistente en su voto en contra de la desaparición de los organismos autónomos y le echa en cara ser desagradecido con el movimiento pues ellos lo acababan de rescatar de la cárcel y por lo tanto ese regalo de impunidad se supone debe ser correspondido con su votación obediente a lo que le marque el partido.
Aquí como ciudadanos estamos perdiendo dos veces; primero, según la teoría del Estado, por medio del pacto social, le conferimos todos al Estado el poder de perseguir los delitos, para cuidarnos como comunidad y sancionar a quienes nos agreden con sus conductas delictivas, no les dimos la facultad de usar este poder para perdonar a los delincuentes que colaboren con el gobierno. La segunda pérdida es de corte representativo democrático.
De ahora en adelante cuando vayas a votar por alguien, piensa si lo que le estás poniendo en las manos no es una herramienta para ser un delincuente salvado por el poder, mientras quedan impunes todas sus fechorías que como comunidad nos duelen tanto.