Mientras que México lleva su caso a la CIJ para elevar su queja por violaciones al derecho internacional, Irán invocó el derecho a la legítima defensa, algo que Israel no ha podido sustentar jurídicamente en su masacre en Gaza
“Espero que México tenga éxito en su demanda (contra Ecuador) en la CIJ ya que le asiste el derecho pero no estoy optimista porque hemos visto cómo Sudáfrica llevó el caso de Israel por algo que es mucho, pero mucho más grave como el delito de genocidio y no se observa que vaya a tener consecuencia tangible”.
Fidel Hernández
Ex cónsul ecuatoriano en Reino Unido durante el caso Assange
12 de abril
Las ignominiosas fechas recientes del 7-8 de octubre y 1 y 5 de abril se ligan porque han detonado una crisis internacional que muchos califican de preludio a una Tercera Guerra. Lo sucedido expone las graves cuarteaduras en el derecho internacional, sustento del orden que se creó tras 1945. De manera simplista, algunos culpan a “Naciones Unidas” sin recordar que dicha organización no es sino la suma total de voluntades de sus 193 Estados miembros. Si dichos Estados evaden su responsabilidad en la defensa activa, no retórica, de los convenios internacionales que han suscrito como los citados de Viena —sobre relaciones diplomáticas y consulares de los sesenta— y el del delito de Genocidio de 1948, entonces deben cargar con la consecuencia de su desidia o silencio cómplice. (Dicho sea de paso, este es el fundamento de la demanda de Nicaragua contra Alemania en la CIJ por complicidad en el genocidio en Gaza).
Pocos días después del ataque a la embajada iraní, el vocero oficial de las fuerzas armadas israelíes, Daniel Hagari, reconoció que: “de acuerdo con nuestra inteligencia (¿?) ese no es un consulado ni una embajada, es un edificio militar de las fuerzas iraníes disfrazado de edificio civil en Damasco”. Es decir, Israel no solo atacó el territorio soberano de dos países, Siria e Irán, sino que se arrogó el derecho de decidir si aplica o no los Convenios de Viena a contentillo. Lo mismo ha hecho Israel con su matanza ininterrumpida de civiles en Gaza, por 6 meses, para justificarla como “legítima defensa” u operación antiterrorista avalado por países occidentales y varios de América Latina. Si ha llegado tan lejos es gracias a que tres de las potencias occidentales en el Consejo de Seguridad le han dado luz verde para hacerlo. Cuando Irán, conforme a las reglas de la ONU, llevó su queja a dicho Consejo, los mismos países no solo no condenaron el ataque a su embajada sino que lo avalaron. Salvo Rusia y China y otros pocos fueron escasos los señalamientos a Israel.
Ante tales ejemplos de impunidad, Ecuador, cuyo nuevo gobierno se autodenomina aliado de Estados Unidos e Israel, se arrogó el derecho de considerar la embajada mexicana en Quito como “blanco militar legítimo”. Los comunicados oficiales de respaldo a México, incluido Irán, no han faltado, aunque solo Nicaragua rompió relaciones con Ecuador.
Mientras que México lleva su caso a la CIJ para elevar su queja por violaciones flagrantes al derecho internacional, Irán en cambio —conforme a la Carta de la ONU, artículo 51—, consideró este un “acto de guerra”. Ante la previsible inacción del Consejo, Teherán invocó el derecho a la legítima defensa, algo que Israel no ha podido sustentar jurídicamente en su masacre en Gaza. Conforme a dicho artículo de la Carta, Irán advirtió con antelación, por canales oficiales y extraoficiales a Israel y a Estados Unidos que su respuesta militar, el 13 de abril, sería “limitada” y “proporcional” (siempre es difícil de interpretar). Rusia y China, sus aliados, guardaron prudente silencio para observar. El ataque efectivamente se limitó a una llamada “advertencia” con una andanada de alrededor de 500 drones y algunos misiles fácilmente interceptables o de escasa carga explosiva.
Como en una partida de póker, los jugadores recurren al blofeo y no muestran todas sus cartas. Poco se sabe de la letalidad real del arsenal iraní; lo que sí quedó en evidencia fue la nueva actitud amistosa de las petromonarquías árabes del Golfo, albergando bases militares estadounidenses, pero también sumadas recientemente al BRICS. Sobre todo, se mostró la consolidación de un “Eje shiita” antisraelí en la región que incluye a Hizbollah, milicias iraquíes y los Hutíes del Yemen, todos ellos sectariamente simpatizantes entre sí. Después de 75 años de fracasos del mundo musulmán sunita para expulsar a Ios “colonos europeos-sionistas de Palestina”, por primera vez se observa un nuevo balance de poder regional.
Estados Unidos y sus aliados perciben el enorme riesgo y han advertido en privado o públicamente al régimen de Netanyahu que se abstenga de atacar el último santuario civil en Gaza, Rafah, y ahora de responder militarmente a Irán. De hecho, siguiendo el protocolo de la Carta, Irán pausó condicionalmente su ataque este 14 de abril a través de un comunicado de su misión ante la ONU. Quizás habría que esperar que el régimen israelí —si logra contenerse—, recurra nuevamente a sus viejas tácticas de utilizar a sus mercenarios del ISIS (sunitas renegados) o a los muyahiddin, iraníes disidentes. Durante años tales grupos han operado impunemente varios ataques terroristas, guiados por servicios de inteligencia israelíes y occidentales, dentro de Irán.
* Doctor, especialista en Oriente Medio, autor del libro La revolución islámica de Irán (Colmex)