Ya estamos en la recta final previa a las elecciones generales de 2024.
Las y los mexicanos deberán decidir quiénes ocuparán 20 mil 708 cargos de representación popular, incluidos la presidencia de la República, 128 senadores y 500 diputados.
Según el Instituto Nacional Electoral casi 99 millones de personas están habilitadas para votar el próximo domingo 2 de junio. Es decir, 11 millones más en comparación con los comicios federales de 2018.
Aunque desde el gobierno se diga que las elecciones serán las “más limpias y libres de la historia”, los diarios The New York Times y The Washington Post han realizado diversas publicaciones en las que refieren que las elecciones se han vuelto cada vez más violentas a medida de que grupos criminales intentan hacerse del control de los gobiernos locales.
Estos medios de comunicación dieron a conocer que, al menos, 36 candidatos a un cargo de elección popular y 14 familiares han sido asesinados; de los cuales, 28 podrían ser responsabilidad del crimen organizado.
Por su parte, la organización Laboratorio Electoral ha documentado un total de 2 mil 172 casos de violencia durante el proceso electoral 2023-2024.
Al corte del 23 de mayo, el centro de investigación reportó que se han registrado 82 asesinatos de personas relacionadas al proceso electoral, de los cuales, 34 eran aspirantes a una candidatura.
A dichas cifras se suman 65 atentados, 108 casos de amenazas y 17 secuestros.
Muertes, renuncias e inseguridad han sido el común denominador en este proceso, que amenaza con tornarse polémico con el ambiente de polarización que se vive en el entorno de los partidos y también en la ciudadanía.
En estos momentos, vale la pena recordar que la participación ciudadana es un ejercicio que va más allá de las urnas.
Con resultados que dejarán a buena parte de la población inconforme, se abre la posibilidad de trabajar en una articulación más efectiva de la ciudadanía, pues la política la hacemos todas las personas.
El poder ciudadano cobra mayor sentido cuando los partidos políticos han dejado de representarnos.