Esta semana encontramos en Singularity Hub un artículo publicado por Freethink, en donde nos presenta la entrevista con Ian Brooke, un entusiasta emprendedor en la industria aeroespacial.
Ian Brooke está decidido a revolucionar la forma de volar tal y como la conocemos hasta el día de hoy.
Para ello fundó la empresa Astro Mechanica y desde hace 20 años trabaja en diferentes prototipos relacionados con la aerodinámica y los motores que impulsan aviones y cohetes espaciales.
Los motores de propulsión a chorro que conocemos son básicamente dos tipos: el Turbo Reactor y el Turbo Fan.
El Turbo Reactor se inició en aeronaves militares; es un motor ineficiente, pero capaz de generar impulso a gran velocidad, el proceso se puede resumir en cuatro acciones: Aspirar, Comprimir, Explotar y Propulsar a través de un chorro de gases calientes.
El Turbo Fan, en cambio, utiliza un gran ventilador en la parte de enfrente del motor, lo que hace que aspire mayor volumen de aire.
La combustión se utiliza para hacer girar las aspas de la turbina, y esto hace que la propulsión de aire caliente sea más eficiente y use mucho menos combustible.
Todos los jets que hoy conocemos (militares y comerciales) hacen uso de turbinas Turbo Fan por su eficiencia, estabilidad y confiabilidad.
Precisamente en este rubro de los motores a reacción es donde Astro Mechanica está innovando exponencialmente; ya llevaron a cabo con éxito varias pruebas en laboratorio, de funcionamiento en un motor prototipo, al que le llaman Motor a Reacción Turbo Eléctrico.
Los motores a reacción Turbo Eléctricos de Astro Mechanica están pensados para transformar tanto los vuelos comerciales como los lanzamientos espaciales.
La idea diseñada por Ian Brooke y su equipo de ingenieros es utilizar motores eléctricos para accionar por separado el gran ventilador y la cámara de combustión del motor.
Esto permite que estos dos componentes funcionen de forma independiente a la velocidad óptima, en lugar de que ambos estén directamente vinculados al núcleo de la turbina.
Esto es posible ahora gracias a las enormes mejoras en el tamaño y la eficiencia de los motores eléctricos en las últimas dos décadas, impulsadas por los avances en los vehículos eléctricos.
Estos motores eléctricos son impulsados por un turbo generador, que crea electricidad a partir de una turbina giratoria.
“El motor adaptativo puede comportarse como un turbofán o un turborreactor”, explicó Brooke a Freethink.
“Utiliza la energía eléctrica del turbogenerador para hacer girar un ventilador. Luego también puede quemar ese aire en incrementos variables para ajustar la velocidad a la que sale el aire por la parte trasera.
“Entre poder ajustar ligeramente la presión de la etapa del compresor y luego variar enormemente la cantidad de ese aire que quemamos, podemos tener algo que es a la vez un turbofán puro y un turborreactor puro en uno.
“A medida que vas más rápido, solo quieres expulsar el aire hacia atrás más rápido que cuando vas más rápido hacia adelante. Esta es una forma muy sencilla de hacerlo”, dijo Brooke.
La combinación de potencia eléctrica y adaptabilidad inspiró el nombre del motor: Turboelectric Adaptive Engine.
Astro Mechanica afirma que el Turboelectric Adaptive Engine desbloqueará enormes ganancias de eficiencia en una amplia gama de velocidades, pero especialmente a velocidades supersónicas entre Mach 1.8 y Mach 3.4.
La compañía también pretende que su avión y motor funcionen con gas natural licuado (GNL), en lugar del combustible para aviones convencional.
El Gas Natural Licuado emite un 30% menos de dióxido de carbono que el combustible para aviones y actualmente cuesta una décima parte de lo que cuesta la turbosina.
Todo lo anterior habla de una gran innovación, que de acuerdo con expertos consultados, se convertirá en una verdadera revolución para el mundo de la aviación y los cohetes espaciales.
No va a ser fácil romper paradigmas en el sector, pero Astro Mechanica y su CEO Ian Brooke están empeñados en lograrlo.
La prueba exitosa de su primer prototipo ya los llevó a desarrollar una segunda prueba con una motor 10 veces más grande.
Una vez más somos testigos de cómo la convergencia de tecnologías nos lleva a niveles que nunca imaginamos.