Las metas para el Net Zero en el 2030, incluidas en el acuerdo de París, están lejos de cumplirse; peor aún, la temperatura promedio al cierre de 2024 se habrá incrementado en 1.5º C adicionales.
Y la triste realidad es que los países promotores de este acuerdo no están cumpliendo con los objetivos y, sin embargo, están más preocupados por imponer tarifas punitivas a las empresas e industrias e, irónicamente, esos gobiernos no han sido capaces de autorregularse ellos mismos, y así poner el ejemplo cumpliendo sus metas.
Existen iniciativas innovadoras que pueden coadyuvar a mejorar el entorno y a cumplir con metas más alcanzables en el corto plazo, que coadyuvarían en el mediano plazo a solucionar el problema de calentamiento global.
Una de estas iniciativas es el proyecto Real Ice, que propone una solución para mitigar el calentamiento global en el Ártico, una región crítica para la regular el clima global y que enfrenta un rápido derretimiento del hielo marino.
La iniciativa busca bombear agua de mar a la superficie durante el invierno polar para crear capas de hielo más gruesas y duraderas, restaurando el albedo (capacidad de reflejar la luz solar) y ralentizando el calentamiento en la región.
Este proceso no solo aumenta el grosor del hielo marino, sino que también contribuye a reducir el calentamiento local al reflejar más radiación solar hacia el espacio.
Un Ártico más frío preserva los hábitats esenciales para especies como osos polares y focas.
La estabilización del hielo marino podría atenuar patrones climáticos extremos asociados con la pérdida de hielo en el Ártico, como tormentas severas y olas de calor.
Un reto importante es que, para lograr un impacto significativo, la iniciativa requeriría una implementación masiva, con altos costos financieros y logísticos.
Otro reto adicional es el que hay un rechazo importante de algunos grupos científicos y ambientalistas, que argumentan que proyectos como Real Ice solo tratan síntomas en lugar de abordar las causas fundamentales del cambio climático, como las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero ya en los hechos, Real Ice representa un enfoque ingenioso dentro de las iniciativas de geoingeniería climática, con el potencial de ofrecer un alivio temporal al derretimiento del Ártico.
Durante 2024 se hizo una prueba piloto en alrededor de 44 mil pies cuadrados, y los resultados arrojaron incremento entre 16 y 36 pulgadas de grosor adicional en las superficies tratadas.