El error de Powell

Ciudad de México /

El mercado es un amante sensible, hiperreactivo, a veces, incluso, bipolar. Hay que hablarle con tiento, con moderación, siempre matizando los argumentos más importantes para evitar que sobrerreaccione, de lo contrario, podría caer en una ilusión desmedida o en una depresión de la cual se sale solo con medicamento. Cuando el mercado está hipersensible, no hay medias tintas; y el mercado lleva hipersensible un buen tiempo.

El mercado, como Penélope, durante el día iba tejiendo expectativas sobre el regreso de su amante (en el caso de Penélope, Ulises, y en el caso del mercado, las tasas bajas), mismas que tenía que destejer por la noche ante una llegada que se antojaba en cierta forma improbable. Sin embargo, llegó diciembre y se empezaron a ver velas en el horizonte: ¿Ulises?

Fernando Pessoa habla del cansancio de las ilusiones (en alguna otra columna puse la cita, por la que no la repetiré aquí), y el mercado, como Pessoa, se cansó de tener esas ilusiones. Había, entonces, dos caminos: la depresión ante el amante que nunca llega, o la euforia al ver las velas en el horizonte (independientemente de si Ulises venía o no en ese barco). El mercado escogió la segunda, y Powell no hizo nada para detenerlo.

En la minuta de la decisión de la Fed del primero de noviembre se menciona que el FOMC estaba complacido con las condiciones financieras de ese momento. “El mercado está haciendo el trabajo de la Fed”, mencionan las minutas y Powell, “al mantener las tasas altas”. Sin embargo, entre decisiones de política monetaria (entre el 1 de noviembre y el 13 de diciembre), el mercado deshizo lo que tanta alegría le había causado a la Fed: la tasa de 10 años bajó de 4.73 por ciento a 4.06 por ciento y el índice de condiciones financieras se relajó lo equivalente a 5 recortes de tasas por parte de la Fed de 0.25 por ciento cada uno. ¡Es muchísimo! En pocas palabras, el mercado dejó de hacer el trabajo de la Fed.

Llegó el 13 de diciembre y con esa fecha, la oportunidad de mandar el mensaje al mercado de que aún no era tiempo de relajarse. ¡De hecho solo habían pasado seis semanas desde que la Fed había hecho mención sobre lo contenta que estaba al ver lo apretado de las condiciones financieras! ¡No había razón para mandar un mensaje distinto! Sin embargo, Powell decidió no hacerlo.

A pregunta expresa de un reportero sobre el relajamiento del índice de condiciones financieras, Powell decidió evitar contestar de frente la pregunta, y su respuesta se compuso de evasivas, lugares comunes y clichés. Al oír su respuesta, el mercado, ese amante sensible, hiperreactivo y bipolar explotó en fiesta y relajó, aún más, las condiciones financieras reinantes. Penélope se convenció, sin evidencia clara, de que Ulises sí venía en ese barco que se veía en el horizonte.

Sin embargo, esta euforia viene con un problema: la inflación sigue estando alta, de hecho, casi al doble de la meta de la Fed (el PCE está en 3.5 por ciento) y la economía se mantiene resiliente (y en muchos sectores acelerándose). Esto es preocupante si creemos que el problema inflacionario aún no está contenido.

Ahora bien, parte de esta euforia ha hecho que las tasas de largo plazo bajen muchísimo. Hay que recordar que las tasas de largo plazo afectan mucho más a la economía que las tasas de corto plazo. Esa es una de las razones por las que ciertos bancos centrales (¿eres tú Japón?) utilizan el control de curva como medida de política monetaria, es decir, buscan controlar, también, las tasas de largo plazo. De hecho, ese rally de tasas que hemos visto en los mercados en las partes largas de la curva ya se empieza a notar en la economía, por ejemplo, en el sector hipotecario.

Las tasas hipotecarias llegaron a un pico a finales de octubre al tocar 8.1 por ciento. Sin embargo, a raíz de lo ocurrido en noviembre y diciembre en los mercados, las tasas a mediados de diciembre se colocaron en 7.3 por ciento. Una caída de ese tamaño en tan poco tiempo no se había visto en décadas. En pocas palabras, el crédito al consumo se está volviendo más accesible y, por lo tanto, el riesgo de que el consumo permanezca fuerte crece.

¿Ve el lector el problema? Las tasas a la baja son leña al fuego en una economía que permanece resiliente, con consumidores ávidos de mantener su nivel de compra y con una inflación que aún no está del todo controlada. En pocas palabras, el riesgo de que el proceso inflacionario se reinicie creció de manera considerable durante noviembre y diciembre y ¡Powell no hizo nada para evitarlo!

Estoy sinceramente convencido de que lo que ocurrió el 13 de diciembre fue un error de política monetaria por parte de Powell y la Fed. Incrementaron el riesgo inflacionario sin tener necesidad de hacerlo, y el mercado, ávido de buenas noticias, les creyó una historia que nadie ha contado aún: que la lucha contra la inflación ya terminó y que las tasas podrían bajar de nuevo pronto y rápido. Eso no solo no va a ocurrir, sino que la misma reacción del mercado podría hacer que dichas bajas se retrasen aún más.

El amante hiperreactivo buscó y encontró su placer en las palabras de Powell, pero el placer siempre es efímero. Penélope, más pronto que tarde, se dará cuenta que Ulises no venía en ese barco, y lo que antes era euforia, terminará siendo solo una ilusión perdida más.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.