La soberanía alimentaria si se da en macetas

  • Laguna Roja
  • Luis Manuel de la Cruz

Ciudad de México /

La pandemia ocasionada por la covid-19 ha dejado en claro la importancia vital de la producción de agrícola y más aún el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria que significa entre otras cosas “El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce”.

El concepto soberanía alimentaria desarrollado por movimientos campesinos como la “Vía Campesina” ha logrado cohesionar a productores de todo el mundo para elaborar una alternativa sustentable a la agroindustria intensiva que concibe a la tierra, el suelo y el agua como recursos, es decir, susceptibles de generar ganancia a toda costa.

Esta forma de agricultura basada en el uso de enormes extensiones de tierra, generalmente de monocultivos con el uso grandes cantidades de agrotóxicos y agua, ha dejado regiones del mundo y en especial de México con problemas de suelos contaminados y sobreexplotación de los recursos hídricos; las huellas de ese modelo agroeconómico se pueden encontrar en los rastros de insecticidas que científicos de todo el mundo han encontrado en la leche de mujeres lactando.

Ante el incuestionable daño que la agricultura intensiva genera al medio ambiente se responde que este método es el único que garantiza la suficiente producción de alimentos que reclama una población mundial cada vez mayor. A esto los movimientos campesinos responden que la falta de alimentos para la población no tiene tanto que ver con la producción, sino con la distribución y se plantea la alternativa agroecológica para alimentar a los seres humanos y a la vez salvar al planeta.

México posee una herencia agrícola de primer orden, ya hace cinco mil años se logró la domesticación del maíz, uno de los tres principales cereales que alimentan al mundo; ese cúmulo de conocimientos dieron lugar a lo que hoy se conoce como sistema milpa, que a grandes rasgos consiste en sembrar los cuatro alimentos principales de la dieta nacional: maíz, frijol, chile y calabaza. La milpa fue denostada en los años de la llamada revolución verde pues argumentaban, era un método solamente de autoconsumo.

Hoy que el covid-19 exigió sellar regiones enteras, limitó el mercado y el intercambio de productos, los huertos familiares y/o urbanos herederos del sistema milpa nos muestran que pueden ser una solución a la demanda de alimentos, en pequeñas áreas se puede sembrar zanahorias, cebollas, espinacas, acelgas, lechuga, tomate y chile, se requiere de poca agua y hasta metro y medio cuadrado de espacio es suficiente.

Hace unos días MILENIO Torreón nos informaba que el ayuntamiento de Torreón había entregado 30 mil despensas a la población vulnerable. Sabemos que la despensa es un pequeño paliativo a la necesidad alimenticia de una familia, una alternativa de largo plazo son los huertos familiares.

Tener a la mano el alimento que requerimos nos permite elegir lo que queremos consumir, ahorrar y estar seguros de la limpieza de los productos, por eso decimos que si que la soberanía alimentaria se puede dar hasta en macetas.

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