Se llegó la tan esperada noche del 24 de diciembre, noche en que chicos y grandes festejan la navidad.
Se dice que es la noche más bonita del año, ya que se recuerda el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y por lo cual todo es felicidad.
También se le conoce como Noche Buena y es cuando en todo el mundo se celebra en grande, en donde hay una convivencia principalmente familiar y entre amigos.
En la región lagunera, muchas familias se alistan para la cena navideña, ya que tienen todos alimentos que habrán de preparar, pero además las bebidas para ingerir, sean dulces o amargas, así como los postres.
Pero lo que hace más bonita esta fiesta navideña son los regalos, ya que es cuando se entregan regalos a los papás, mamás, esposas, esposos, hermanos, tíos, primos.
Se vienen los abrazos y con ellos los buenos deseos y es el momento en que se empiezan a disfrutar todos aquellos regalos entre los cuales había ropa, equipos de telefonía, relojes, zapatos, hasta cobertores entre muchas otras cosas más y de ahí pasar a lo que todos disfrutan y que son los alimentos.
En muchas casas, se tienen la costumbre de degustar del tradicional pavo de navidad, pero hay otras familias que preparan piernas, lomos, así como tamales, pozole y hasta menudo.
Claro que también están aquellos que de acuerdo a sus posibilidades compran pollo rostizado o en cualquiera de sus presentaciones y también no faltan los que están listos para preparar las carnes asadas con sus complementos.
Todo es felicidad para muchas familias, pero también están aquellas en donde la noche del 24 de diciembre es una más del año, ya que debido a su pobreza extrema simplemente no festejan esta fecha tan importante, ya que no cuentan con dinero y lo poco que tienen, lo usan para subsistir.
Ellos no saben de pavos, pollos, tampoco de regalar suéters, chamarras, teléfonos celulares y los niños tienen que conformarse con lo que se encuentran en las calles o lo que algunas familias les regalan.
Es difícil pensar en que hay familias que no disfrutan de una cena navideña, que en sus casas tampoco llega Santa Clós para repartir juguetes a los niños y en la cual llega la noche pensando en que se tienen que despertar para salir por las mañanas a buscar el sustento de cada día.
Walter.juarez@milenio.com