Hasta con el aval del cinismo, -el que según ellos tanto repudian- diputados y senadores de Morena fueron capaces de vitorear y arropar a la familia Yunes Márquez con tal de que les otorgaran el voto definitorio para lograr la reforma judicial que convertirá el estado de derecho en una utopía.
Lo lastimoso de todo ese gran circo montado desde Palacio Nacional es que, de nueva cuenta, el presidente López Obrador hizo mutis tras las declaraciones de descalificación y ofensas vertidas contra su persona por el consumado delincuente llamado Miguel Ángel Yunes Linares, convertido en héroe nacional por las propias huestes morenas.
Si bien es cierto que el Jefe del Ejecutivo federal se vanaglorió de que los Yunes aprobaran su ley, a la que nadie de sus incondicionales fue capaz de corregirle una coma, pese a los crasos errores que contienen y que arrojarán graves perjuicios a todos por igual en el mediano plazo.
Ha sido tanta la algarabía de los morenos por el voto de los referidos veracruzanos que ya se frotan las manos porque gracias a sus pueriles actitudes elegirán a través del “pueblo sabio” y a mano alzada a los jueces que, sin experiencia, impartirán justicia a todos por igual.
Para la ciudadanía de a pie, -los que menos tienen- cuando deban enfrentar algún juicio o denuncia de particulares o del mismo gobierno no les alcanzará ni el dinero ni el derecho para que la justicia los ampare.
Lo que podría acontecer para que las aguas vuelvan a su cauce es que luego de la entrega del poder de López Obrador -lo que ocurrirá el primer minuto del martes 1 del inminente octubre- es que la legislación sufra algunas adecuaciones y modificaciones, siempre en búsqueda del beneficio colectivo.
De no hacerse de esa forma, ni el “regalo” de los impolutos legisladores a su servicio servirá para que la “consolidación de su transformación” se convierta en un hecho, debido a que en estos momentos Morena está convertido en un hospicio a prueba de los más poderosos.
No habremos de dejar de lado que también la propia ciudadanía buscará que la presidenta Claudia Sheinbaum reflexione acerca de los perjuicios que enfrentará la reforma al Poder Judicial en todos los estratos sociales.
De su lado, el ministro de la Corte, Alberto Pérez Dayán, el más férreo opositor a dicha reforma judicial, aseveró que no hay claridad sobre el proceso de transición para implementarla.
Sin embargo, aseguró que la Suprema Corte de la Nación asumirá sus cargas y responsabilidades para cumplir con lo establecido en el nuevo esquema de funcionamiento de la misma.
Aún hay tiempo para arrepentirse.