La misión del maestro

  • Columna de María Doris Hernández Ochoa
  • María Doris Hernández Ochoa

Tamaulipas /

La mayoría de los alumnos no sabe exactamente por qué está allí, en la escuela, sentados en el aula ante un maestro. Se nota que algunos “están a fuerza”, esperando el fin de la clase, del día y la semana de clases.

Están soñando con las vacaciones apenas iniciando el ciclo y lo que piensan hacer durante ellas.

Es común una escena algo irreflexiva cuando en el fin del curso o la carrera, terminada la ceremonia de graduación lanzar al aire los birretes del protocolo con gritos de alegría.

Están pensando que por fin, ya se “deshicieron de los maestros y de la escuela”.

¡Insensatos! Apenas se iniciarán en el campo del aprendizaje, porque la escuela formativa solamente proporciona los incentivos que le lleven a comprender que la calidad de su futuro está en la aplicación de lo aprendido.

Uno de los motivos de esta actitud un tanto negativa respecto a la escuela, radica en la falta de vocación de algunos profesores que se vuelven tolerantes para congraciarse con los alumnos.

Algunos profesores no entusiasman a sus alumnos hacia el aprendizaje, empezando por señalar los objetivos de su materia, los beneficios que alcanzarán y señalar cuál es su compromiso el que será evaluado.

Así, las clases se vuelven tediosas y hacen pensar en algunos del por qué están allí.

Citando una frase de la pedagoga Paulina Majul que registró de un profesor, sobre el propósito de ir a la escuela, este dijo:

“Ustedes tienen que venir a la universidad a cumplir el objetivo del día, y así con todo lo que hagan, si en sus mentes está únicamente el hecho de que vienen a estudiar, van a vivir sin propósito ni significado, haciendo de cada ciclo algo predecible y aburrido, de lo cual no sacamos el mismo provecho”.

Con esa actitud se esperan con ansias las vacaciones.

El alumno está más interesado en sacar buenas notas, pero no en aprender y conservar ese aprendizaje, pie para seguir con facilidad con otros.

No comprende que el estar allí es un privilegio, no tanto para sacar buenas calificaciones.

Maestro que no impulsa, que no trabaja con pensamiento y corazón, motiva, entusiasma y hace comprender que más importante que su materia, es el aprendizaje, está fracasando; es responsable de crear una actitud positiva e informar que después de la graduación apenas empieza un nuevo ciclo para ya con entrenamiento.


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