Negativos ejemplos de los países socialistas

  • Columna de María Doris Hernández Ochoa
  • María Doris Hernández Ochoa

Tamaulipas /

Varias han sido las formas en que las sociedades se han estructurado, generalmente bajo el liderazgo de quien detenta el poder. Así nacieron los reinos, las monarquías y otros tipos de sistemas o formas de gobierno buscando un modelo de organización política.

Después de intentos por entablar alguno, surgieron alrededor luchas por combatir por el cambio. Siendo el tipo de gobierno el modelo de organización política, se fue conformando la estructura del estado, quedando al final del siglo XIX en dos grandes categorías: los democráticos y los que no lo son.

Las diferencias de unos y otros se encuentra en la fuente u origen de la soberanía y si es que esta emana del pueblo y sus ciudadanos a través de su voto escogiendo por ello libremente a sus representantes políticos.

Pero de ese sistema y gracias a él están los países autoritarios, que limitan las libertades públicas porque esas libertades prácticamente desaparecen.

El sistema autoritario ha sido una negativa experiencia para los países por los deficientes y hasta funestos resultados; de ellos hay varios ejemplos, no es necesario buscar en el pasado remoto: se tienen estos vivos y actuales de países supuestamente socialistas.

Es el caso de un país colapsado como Venezuela que ofrece muchas lecciones dolorosas en pleno siglo XXI con dictadura, en donde los gobernantes carecen de escrúpulos con tal de mantenerse en el poder.

Sin ningún anclaje moral, se trabaja noche y día para consolidar un régimen que navega en la arbitrariedad.

Este país como otros en condiciones parecidas, se proclaman democráticos porque gracias al sistema llegan a él; pero una vez afianzados, se olvidan.

De ellos hay consenso internacional, según lo testificó el Consejo Permanente de la OEA en agosto pasado, en relación con la defensa de la democracia, el Estado de derecho y los procesos electorales íntegros.

La captura de las instituciones, la cooptación sin rubor de los organismos electorales y la represión de los ciudadanos por el gobierno venezolano han eliminado cualquier esperanza de respeto a los principios democráticos, fuera de todo criterio y de la razón.

Lo que sigue es el llamado al terrorismo de Estado y sus prácticas nocivas de vulneración de los derechos humanos.

Como lo señaló Roberta Clarke, presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “en Venezuela existen prácticas de terrorismo de Estado como son la represión, el arresto arbitrario y las desapariciones forzadas de manifestantes de la oposición”.

Esto no lo visualiza un ciudadano víctima de un raro encantamiento.


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