La pacificación de Celaya

León /

Las imágenes eran claras. Rostros, nombres, domicilios, antecedentes y modus operandi. En aquella reunión interinstitucional celebrada con el motivo principal de desarticular las células delictivas que se dedicaban al robo de mercancías al paso del tren en Celaya, atendían autoridades de centros de inteligencia federal, y de seguridad pública de los tres niveles de gobierno.

Quince años han pasado y ni los robos de mercancías al tren han cesado en la zona; sino por el contrario, se esparcieron hacia Salamanca e Irapuato, y aquellas células delictivas diversificaron sus operaciones al robo de combustible preponderantemente, y a otro tipo de actividades ilícitas tales como tráfico de estupefacientes, extorsión y cobro de derecho de piso.

A esa lista hay que agregar además robo al autotransporte de carga, de vehículos ligeros, asalto a comercio, secuestros...

Otros grupos delictivos nacionales se disputan también el territorio y lo han hecho de manera tal que los celayenses han quedado prácticamente a merced de la delincuencia organizada.

En estas páginas damos cuenta que robos y asesinatos se cuentan ya por miles en lo que va del sexenio que está a punto de terminar. Y no hay operatividad policiaca.

Pequeños, medianos y hasta microempresarios se han visto forzados a mudarse a otras ciudades como Querétaro, León, Guadalajara o Ciudad de México en busca de cierta seguridad y condiciones para hacer sus emprendimientos prosperar.

Los capitanes de las grandes empresas, en principio, no viven en Celaya, pero también ven afectadas sus inversiones por el clima de inseguridad.

Autoridades van y vienen, y ahora tendremos la alternancia en el gobierno municipal –en el federal ya tuvieron su oportunidad PAN, PRI y Morena– y la recuperación de la paz para el municipio se ve muy lejana. La restauración del tejido social y la paz en Celaya requerirá de acciones sostenidas durante décadas, como décadas llevó tal deterioro. No hay tiempo que perder.


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