La vaquita marina es uno de los mamíferos marinos más carismáticos.
Solo se halla en México y tiene características físicas que lo hacen adorable: su tamaño, más pequeño que un delfín; su cuerpo regordete pero armonioso y, sobre todo, su dulce rostro, con manchas negras alrededor de los ojos, que recuerdan un coqueto maquillaje, y de la boca, que hacen parecer que nos manda un besito.
Este cetáceo, Phocoena sinus —el más pequeño del mundo—, era desconocido hace solo 60 años. Hoy solo habita la esquina noroeste del Mar de Cortés. Tiene un sentido de ecolocalización como el de los delfines, que le permite comunicarse y navegar.
La desgracia de la vaquita es que convive con otra especie muy codiciada: la totoaba, pez cuya vejiga natatoria es un manjar en la cocina china, donde simboliza fortuna y salud, y se consume en bodas, cumpleaños y fiestas de fin de año. La pesca de totoaba aumentó tanto que la ha llevado al borde de la extinción, y su precio ha aumentado hasta ser comparable al de la cocaína. Por eso, a pesar de vedas y prohibiciones, los pescadores furtivos poseen recursos para seguirla pescando.
Para ello utilizan redes “agalleras” de nailon, que fijan al suelo marino como una pared. Las totoabas, al toparse con ellas, quedan atrapadas por las agallas. Pero también se enredan otras especies de peces y, para su desgracia, la vaquita.
En 1997 quedaban 567 ejemplares; para 2008, 245. Para 2014 había apenas 97, y en marzo de 2018, unas 30 (hoy quizá solo 12). Aunque para todo fin práctico la especie está ya “funcionalmente extinta”, se hicieron algunos esfuerzos tardíos para rescatarla. Desde tomar muestras de tejido para desarrollar líneas celulares que se mantendrán en congelación, lo que podría permitir clonarla, hasta capturar algunos ejemplares para tratar de conservarlos y reproducirlos en cautiverio. Este esfuerzo fracasó y se canceló cuando uno de los ejemplares capturados murió.
Si quiere conocerla y saber más, puede visitar la exposición Vaquita marina: una historia que no debe repetirse, en el museo Universum de la UNAM, de lunes a domingo, de 9 a 6. La vaquita es solo un caso entre muchos: actualmente hay en México unas 2 mil 600 especies animales y vegetales en riesgo, y 5 mil 583 a escala mundial.
La vaquita marina nos deja una lección: o actuamos ya para frenar el deterioro de la naturaleza, o las futuras generaciones lo lamentarán.
Una despedida
Después de 15 años y 806 colaboraciones semanales, La ciencia por gusto cierra un ciclo y se despide de MILENIO Diario. La semana pasada me llegó la temida llamada que, debido a la reestructuración del periódico, hemos recibido varios de sus colaboradores. Agradezco profundamente el privilegio de haber tenido cabida en un proyecto periodístico tan vital e importante, para difundir y promover la cultura científica. Haber ocupado, a partir de su muerte hace casi dos años, el espacio que tuviera Luis González de Alba los domingos fue un doble honor.
Pero, a diferencia de la vaquita marina, La ciencia por gusto no desaparece: continuará, como siempre, apareciendo sin falta cada semana en el blog del mismo nombre: https://lacienciaporgusto.blogspot.com, donde, si gusta, usted podrá seguirla leyendo y suscribirse.
Gracias por compartir conmigo el gusto por la ciencia.
mbonfil@unam.mx
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Martín Bonfil Olivera
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