Formas, escena y realidad

Ciudad de México /

Un evento se impulsa como realidad sólo para sustituirla. Importa, claro, la salida de una presidencia y la entrada de otra, pero los simbolismos nunca deben ocupar el espacio de lo que suponen representar y tienen la obligación de sostener. A menos de querer conformarse con ellos, con su instante.

El fervor por lo escénico es propio del país de las conmemoraciones, donde los espectáculos de la política se consideran política de altos vuelos. Análisis de un discurso ocupan planas, olvidando la muy nacional relación histórica entre el micrófono y la vida. En un juego de aparente prudencia intelectual, se pide dar tiempo a las acciones del nuevo gobierno antes de juzgar su talante democrático o plural. Si tan solo fuese así de sencillo.

Alguna vez escribí mi sorpresa hacia quienes rechazan la posibilidad de prever efectos evidentes, como negar que un vaso de cristal muy frágil se romperá al caer a un suelo de piedra. Sabemos que no es necesario su impacto para anticipar el resultado.

La adscripción de la Guardia Nacional a la Defensa y la reforma al sistema judicial, establecen el rango de operación bajo el que se reafirmó vendrá el actuar desde Palacio. Más allá del desglose de compromisos, matices o perfiles de bagaje positivo en el gabinete de la Presidenta, hay un pavimento de ruptura al orden republicano que se impone sobre si durante los próximos seis años, México tendrá o no al frente a una voz dedicada a hacer política pública desde el insulto y la mentira.

En cualquier país, el deterioro democrático no viene sólo de mano de gobernantes. Proviene, en buena medida, del entendimiento de las sociedades por la democracia misma. La relativización de sus elementos se da en espacios sociales. Luego, puede ser empleada para reafirmar postulados partidistas, generando un círculo infinito de falsos conceptos.

El gusto por lo performativo es natural en sistemas como el mexicano, aún más en un proyecto dependiente de él. Ese camino no es admisible para una oposición que se interese en serlo. Toda democracia lo pide. El papel no se limita a partidos.

Se insiste en esperar. La esperanza, vale recordarlo hasta el cansancio, se necesita siempre pero no es una forma de gobierno.


  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
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