Las palabras tienen ciclos, los nombres cambian según su utilidad. Sin importar el espectro medio oriental, quienes rondamos cierta edad le conocimos como Abu Ammar. Más tarde, cambió su nom de guerre para llamarse Arafat. Ambos, evocaciones a uno de los cercanos al Profeta. Nadie recuerda que Yasser fue, en realidad, Mohammed Abdel Rahman Abdel Raouf al-Qudwa al-Husseini. Ni el nombre compuesto por el suyo, el de su padre, abuelo y clan le eran funcionales para la guerrilla, ni el de su primera etapa de guerrilla le servían para hacer política.
A los días de la toma de Damasco, al-Jolani (Golani) dejó de usar su nom de guerre. La vinculación con las Alturas del Golán estorba. Incluso, en medio de los ataques israelíes a la región tras la caída de Assad.
Antes Jolani, hoy se presenta Ahmed al-Sharaa. Las implicaciones tienen razones de política profunda y escénicas, en simultáneo, sin competir entre sí ni impedir pensar en el futuro o perdonar la plausibilidad de la decepción.
Líder de facto en Siria, arriba de al-Bashir, primer ministro del gobierno provisional, al-Sharaa entra al mundo de verdades simultáneas donde la naturaleza totalitaria de la política árabe exige una transición al entendido local de la democracia. Tanto como sea posible.
La influencia rusa se difumina para dar pie a la turca. Egipto, Jordania, Emiratos y los saudíes transitan entre la oposición y la cautela.
Todo corre al mismo tiempo: el traje occidental, el peso de su religiosidad para no confrontarse ni consigo ni con los suyos, la aceptación de la protesta de hoy en Damasco a favor de una civilidad no sectaria y en rechazo al islamismo. La única forma.
Al-Sharaa insiste en la urgencia de reconstrucción. Por el nivel de devastación, es el punto de encuentro en la sociedad siria. Esa reconstrucción enfrenta dos urgencias por encima de la fragmentación en un país ya fracturado. Sistema de justicia que lleve a la rendición de cuentas por sus crímenes a la dictadura y así, evitar la violencia de comunidades que sin él encontrarán su asomo en la venganza. Esquema de repatriación para los millones expulsados. Fueron casi catorce años, son demasiados los sirios nacidos fuera. Apenas van dos semanas.