Nadie imaginó la operación más importante en mucho tiempo contra la dictadura Assad, responsable de cada crimen existente.
Durante años, el mapa sirio se mantuvo casi estático. Sobre la mayor parte del territorio, el régimen, con respaldo de Rusia, Irán y el Hizbulá. El resto, dividido entre las Fuerzas Democráticas Sirias, lideradas por los kurdos; el Ejército Nacional Sirio, ligado a Turquía; los remanentes cada vez más activos del Estado Islámico (IS) y al noroeste, quizá la evolución política más compleja del jihadismo: Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Bajo las órdenes de al-Jolani, en unas cuantas horas, HTS tomó Alepo. Sus milicias han avanzado hacia Hama y Homs.
Las preocupaciones de Irán y Hizbulá en el frente levantino, como la guerra rusa contra Ucrania crearon el contexto para una operación no sólo militar, sino política, social y económica. Una breve ventana en la que los aliados tradicionales de Damasco no iban a responder de manera eficaz a favor de él.
Solo que ni ese contexto tiene todo el peso, ni el pasado de al-Jolani, como parte del IS y de al-Qaeda, es más peligroso que su entendimiento de los errores de ambas organizaciones: la falta de interés en construir legitimidad fuera del sectarismo. No diferenciar a HTS de los demás es tampoco entender sus riesgos.
Sus acciones han sido pragmáticas, evitando la confrontación con otras oposiciones, asegurando, hasta ahora, que su objetivo son fuerzas oficiales. Promete la no persecución de minorías y llena vacíos en las zonas que ocupa. Policía, suministro de energía, agua y distribución de pan.
Los países del Golfo e Israel prefieren a Assad, creen que evitará mayor inestabilidad en la región. Washington no puede decantarse fácilmente por HTS, son una organización terrorista. Turquía intenta no ser percibido como el incitador de una revuelta de la que obtendrá réditos. El futuro depende en buena medida de sus acciones.
Jolani comprendió las crisis políticas de sus antecesores, pero un jihadismo institucional, burocrático y de apariencia correctamente tecnocrática, con posibilidad de solucionar algunas condiciones del horror, no deja de ser jihadismo.
Siria contiene de nueva cuenta las imposibilidades del mundo.