Celebración Lispector

Ciudad de México /
‘Cuentos completos’. Clarice Lispector. Tierra Firme. FCE. México, 2020. (Especial)

Con motivo del centenario de Clarice Lispector (Tchetchelnik,1920-Río de Janeiro, 1977), el Fondo de Cultura Económica tuvo el acierto de reunir los cuentos completos. Lo que sucedía con los libros de Lispector es que llegaban al mercado editorial mexicano en ediciones caras y, en ocasiones, a cuenta gotas. Difícilmente se podía pensar en tener la obra completa. Había que leerla a salto de mata, en fotocopias o vestigios de la época estudiantil, a través de libros prestados, en una que otra traducción del portugués que se publicaba en revistas o suplementos literarios.

Esta recopilación de ochenta y cinco relatos que hoy pone al alcance de todos el Fondo de Cultura Económica está elaborada por Benjamín Moser, investigador literario de la Universidad de Brown. Si hay dos autoras que conoce bien Moser son Susan Sontag y, por supuesto, Clarice Lispector. Él recopiló los relatos, hizo un rastreo de su procedencia, y se incluye un prefacio en la presente edición. Habría que recordar que el también crítico de novedades literarias de The New York Review of Books, es autor de la biografía sobre Lispector, Por qué este mundo, un acercamiento muy completo a la vida y obra de la narradora brasileña. Moser se hizo famoso porque en una entrevista sentenció que Lispector era “más guapa que Marlene Dietrich y que escribía mejor que Virginia Woolf”.

De las reflexiones más sólidas, alejadas de la estrechez de la academia, que se han vertido sobre Clarice Lispector se encuentran las de Esther Seligson, incluidas en A campo traviesa (FCE. México, 2005). Antes de hablar de los cuentos y del estilo narrativo de Lispector, es necesario considerar un aspecto esencial: fue injustamente invisibilizada y su obra no tuvo el lugar que debió tener en el boom latinoamericano. Esto también les sucedió a autoras como María Luisa Bombal, Rosario Castellanos, Elena Garro, entre otras. A Lispector, como a otras mujeres en distintos caminos, le tocó ser vista como un bicho raro, pues en lugar de dedicarse al cuidado de su casa y de su familia, prefería escribir. Sus hijos crecieron mientras ella tecleaba sus textos y una empleada del servicio doméstico la asistía en diversas tareas. No obstante, cuando se separó de su marido, reingresó al mundo laboral, siendo periodista, pero sin perder de vista sus intereses literarios.

¿Qué hay de atrayente en esta autora? ¿Cómo podríamos ubicarla? La poética de Lispector remite a una escritura del cuerpo, en donde los silencios cuentan mucho. A veces es más lo que no se dice que lo que se cavila. Practica la escritura como indagación de los sentidos, de la conciencia. La pienso como un despliegue circular que parte del mundo exterior al interior. Sus temas fundamentales remiten a la literatura como forma de conocimiento, la inspiración como revelación y a esas palabras que se hilvanan con afonías que, en realidad, están dispuestas con el propósito de que los lectores obtengamos nuestros propios aprendizajes, como se titula uno de sus libros, El aprendizaje de los placeres. “Encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interior: ah, entonces es verdad que yo no imaginé; existo”, refiere Lispector. “Ella hace de la fugacidad su riesgo, sin tratar de atraparla, corriendo a la misma velocidad, vibrando con idéntica intensidad agotadora”, repasa Seligson.

Es una escritora que agudiza su mirada y trata que nada escape de su percepción y, de paso, evita caen en egoísmos. Gesta un tipo de narrativa que guarda una relación muy especial con la palabra, motiva a replantear teorías literarias dado que rebasa la percepción tradicional y formula nuevas rutas para la prosa. Resulta atinada la visión de Seligson sobre el mundo narrativo de Lispector, en donde reconoce que “sus personajes son casi libélulas, insectos que van agotar su instante de vida sin intelectualizarlo por ningún motivo ni a través de medio alguno”.

No es sencillo tratar de brindar acercamientos a los libros de Lispector, porque se corre un alto riesgo de realizar movimientos bruscos y torpes que nada tienen que ver con la sutileza, encanto, y enigma de su prosa. ¿Por qué la autora recurre a esta manera de acercarse a la literatura? Para Lispector el universo femenino no podría estar reflejado de otra manera. Debe mostrarse así como algo sutil, más no soterrado; incómodo por la ausencia de equidad; absorto como lo es el acto mismo de pensar en la vida.

Desde la óptica de Moser, los personajes de Lispector “luchan contra concepciones ideológicas sobre el lugar propio de la mujer en la sociedad. Enfrentan problemas prácticos con maridos e hijos. Se preocupan por el dinero. Hacen frente a una desesperación que desemboca en la bebida, en la locura o el suicidio”. Moser relata que como le sucedió a Virginia Woolf en su momento, Lispector no fue tomada en cuenta por varios editores e, incluso, su prosa fue relegada a una categoría inferior. Podría decirse que su obra fue, temporalmente, sepultada por el patriarcado hasta que finalmente vio la luz.

La naturaleza, los animales que van desde monos, gallinas, pollos hasta búfalos, transitan por estos relatos donde se abordan las sutilezas de las hipocresías familiares, los errores y afectos malentendidos. Ella apela a la conciencia y a la percepción plena de los sentidos. Nos hace un llamado a que habitemos el mundo desde una diferente manera, en donde los matices son importantes para resignificar nuestra presencia. Celebremos el centenario de Clarice Lispector con la lectura de estos cuentos.​

  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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