Este 3 de julio se cumplirán 69 años de la primera vez que las mujeres pudieron votar y ser votadas en elecciones federales, conmemoración que se vincula con otro hecho histórico: dentro de 90 días, por primera vez una mujer rendirá protesta como presidenta de México.
La llegada a la Presidencia de la doctora Claudia Sheinbaum es un afortunado punto de inflexión hacia el futuro y es, al mismo tiempo, la consumación de un proceso político que comenzó hace más de 100 años, con las primeras activistas que demandaban el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres.
Es de esperarse que la visión y capacidad de gestión de la doctora Sheinbaum, como mujer preparada y experimentada, probada ya en las lides sociales y políticas, se constituyan en fortalezas de una nueva forma de conducir y alentar los esfuerzos de todas y todos los mexicanos.
La primera mujer electa en un ayuntamiento en México fue Rosa Torre González, como regidora concejal de Mérida en 1923. Así pues, pasaron 101 años desde la primera elección de una mujer a un cargo de representación popular en un Ejecutivo municipal hasta la designación de la primera mujer a la Presidencia de la República.
Al Congreso de Yucatán fueron elegidas Beatriz Peniche Barrera, Elvia Carrillo Puerto y Raquel Dzib Cisero. Los sufragios que las eligieron incluyeron, por primera vez, votos de mujeres, todo ello gracias a las interpretaciones constitucionales que impulsó el gobernador Felipe Carrillo Puerto para permitir la elección libre e igualitaria de las mujeres.
A lo largo de este centenar de años se fue avanzando poco a poco. En primer lugar, no se repitió en Yucatán aquel hecho inaugural de la participación electoral de las mujeres debido a acontecimientos políticos y al asesinato del propio Carrillo Puerto, lo cual derivó en que todas sus reformas fueran declaradas inválidas.
En 1947 se estableció el derecho de las mujeres a votar en elecciones municipales, y en 1953 en elecciones federales y estatales, lo que se materializó el 3 de julio de 1955.
La primera diputada federal fue Aurora Jiménez Quevedo de Palacios. En 1964 arribaron las primeras senadoras: Alicia Arellano Tapia y María Lavalle Urbina, quien además fue la primera presidenta del Senado.
Actualmente existe paridad de género en el Congreso de la Unión, y sus dos cámaras son dirigidas por mujeres: Ana Lilia Rivera preside el Senado y Marcela Guerra, la Cámara de Diputados.
Hace 47 años, Griselda Álvarez Ponce de León se convirtió en la primera mandataria estatal, como gobernadora de Colima. Hoy, de las 32 entidades federativas, nueve son gobernadas por mujeres y al finalizar el año la cifra se elevará a 13, cuando las mujeres gobernarán a casi 60 millones de personas, cantidad equivalente a 47 por ciento de las y los mexicanos.
La rapidez con la que puede hacerse este sucinto recuento contrasta con los más de 100 años de lucha de las mujeres, que la mayoría de las veces enfrentaron cerrazón, obstáculos, morosidad, menosprecio e incluso represión, si bien fueron obteniendo también el respaldo de diversos sectores a lo largo del periodo de batalla por sus derechos políticos.
Hoy es impensable una elección y un congreso sin mujeres, como lo es también no contar con ellas en los poderes Ejecutivo y Judicial y en los órganos autónomos. Desde luego, tampoco se entendería el emprendimiento, la dirección ni la operación del sector privado sin mujeres, que ya están en todas las facetas sociales, deportivas, artísticas, científicas, económicas y políticas de México. Falta mucho por lograr a fin de alcanzar la igualdad sustantiva, pero los avances son innegables.
En este contexto dará inicio en tres meses el primer gobierno de la República presidido por una mujer, la doctora Claudia Sheinbaum, quien con su actitud y acciones ha enviado señales de seriedad, conocimiento y mesura en las semanas previas a asumir la responsabilidad de encabezar el país frente a los desafíos de su tiempo.
Una señal relevante, entre otras, es la paulatina integración de su gabinete, al que ha llamado a mujeres y hombres con experiencia y resultados, de reconocido profesionalismo y calidad técnica en el servicio público y específicamente en las áreas que les han sido confiadas.
México necesita y espera que con el arribo de la doctora Sheinbaum a la máxima responsabilidad política del país lleguen también mejores tiempos para nuestra República. Que así sea.