Escribía Ignacio Trejo Fuentes, con toda razón, que en la novela mexicana los personajes femeninos no se habían explotado suficientemente, en relación con su universo rico y deslumbrante. Y hasta confeccionó un libro, el buen Nacho, Guía de pecadoras, donde revisó varios de los arquetipos de mujer de algunos de los narradores del pasado siglo, y a los que descubrió inconformes y rebeldes. “Auténticas transgresoras del orden establecido, de las reglas familiares, sociales, religiosas, conyugales, políticas”.
En alguno de estos espacios es que habremos de situar la recientemente aparecida novela de la jalisciense Ave Barrera (1980), Notas desde el interior de la ballena, donde a partir del advertido hecho de la pérdida de la madre, la narradora despliega una bien acabada disertación de la pertenencia de una mujer a un tiempo y un espacio. Es pues una novela de duelo, pero también de afirmación personal y las circunstancias que llevan a la sobreviviente a identificar en la escritura el acto de sanación.
Una novela que consigue con naturalidad la construcción de un universo propio, así inscrita en el recurrente ejercicio literario de la autoficción, que de tan suyo ofrece la posibilidad a las y los lectores de identificarse en él. “Ser mujer es malo, una desventaja, una desgracia, una carga, algo que vale menos que un hombre, que está siempre supeditada al hombre, dependiente y sumisa. Odio la idea de ser mujer. Sin embargo ahora soy algo más que eso”, escribe Barrera (p. 106-7).
Apoyada en citas de otras narradoras contemporáneas, la autora de esta nueva novela nos cuenta el retorno de una hija a la ciudad donde agoniza su madre, sabemos desde la primera línea. “Su huella está en cada centímetro de esta habitación”. Espacio que mediante el ejercicio memorístico se convertirá en la historia de madre-hija y en la del consiguiente núcleo familiar. Historia (re) narrada que hace posible no solo el rescate de la madre sino de la correspondiente idea de madre.
“La escritura de estas notas es un intento por entender”, escribe la novelista (p.178). “Trato de discernir quién fue mi madre para reconocerla y reconocerme en ella (…). No siempre logramos a nuestra madre más allá de la idea de madre como instrumento de supervivencia, como alimento y calor y casa, protección, guía y dádiva. La figura de la madre está detrás de nosotras como una sombra, un monstruo, un árbol, una capa. No somos capaces de verla, está demasiado cerca, su dimensión carece de límites. Para sentir empatía hacia alguien hace falta ver a ese alguien como otro, darse la vuelta, verlo de frente y preguntar: ¿Quién eres? ¿Quién eres tú, madre?”.
Camino hacia el final (fin de la novela, fin de la madre), la narradora irá traspasando obstáculos para concentrarse en la consecución de su colofón. “Asimilar la muerte sin la anestesia de la fe es encarnar el vacío, la paradoja de lo que deja de estar y de ser. Es darme cuenta de que hacia ese vacío voy también yo, y no hay salvación, no hay paraíso, no hay retorno. El único amparo posible para mí es la escritura. Necesito escribir”.
Solución encontrada, “hasta quedarme dormida en el fondo de un abismo”, desde el más profundo interior de la narradora (autora), cuestión palpable para el lector, la lectora de Notas desde el interior de la ballena.
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Ave Barrera es también autora de la novela Puertas demasiado pequeñas, con la que obtuvo el premio Sergio Galindo. Restauración, otra de sus novelas, es Premio Lipp 2018. Desde 2019 coordina la Colección Vindictas de la UNAM. En 2023 recibió la beca de la Fundación Kislak para realizar una residencia de escritura en la Universidad de Florida, en Gainesville.