Miradas feministas

Ciudad de México /
Lucía Melgar, En busca de una habitación propia. Miradas feministas en once escritoras latinoamericanas, Grano de Sal, México, 2024, 246 pp.

Consideraciones académicas de lado, aunque en sentido estricto el largo y fructífero recorrido por el estudio de la literatura y el feminismo de su autora hacen imposible no reconocer el rigor del especialista, En busca de una habitación propia es una de esas apuestas editoriales que permanecerán en el tiempo y a disposición de cualquiera.

Cometido de Lucía Melgar, en su origen los apartados de un curso organizado en conjunto por la Fundación para las Letras Mexicanas y las universidades Veracruzana y Autónoma de Nuevo León, que bien harían en tener muy cerca quienes decidan adentrarse en la narrativa latinoamericana escrita por mujeres.

O por quienes aspiren volver a ella, siempre en femenino, a partir de esta pauta que enlista once nombres y apellidos, cuántas novelas, cuántos libros de cuentos citados por Melgar, regalándose el mayor de los tiempos para recorrer (se) sus muchas páginas.

¿Una clasificación inicua?, ciertamente, pero que obtiene una especie de concentrado de la extendida vastedad creativa de las autoras referidas, siempre a partir de la certeza: “lo que han aportado no sólo a la visión de la mujer o a la crítica del poder y de la violencia, sino también a la textura literaria”.

Virginia Woolf y Simone de Beauvoir explicadas, la primera para mostrar las dificultades existentes para escribir acerca de la mujer o siendo mujer (recuerden el conocido Una habitación propia); la segunda para explicar la condición de la mujer en la historia (“la mujer no nace, se hace”, El segundo sexo), Melgar nos presenta su registro de autoras, nunca un contracanon, pero sí una prueba de lo interesante del uso de los recursos literarios y del mismo idioma.

Las autoras incorporadas son María Luisa Bombal, Silvina Ocampo, Rosario Castellanos, Elena Garro, Inés Arredondo, Clarice Lispector, Cristina Peri Rossi, Carmen Boullosa, Selva Almada, Mariana Enríquez y Alejandra Costamagna.

Las sorpresas, descubriremos con En busca de una habitación propia entre nuestras manos, un libro que prontamente entra y sale ya del anaquel, serán muchas y ricas; tejidas a partir de un discreto andamiaje teórico, la recuperación de los libros más importantes de las autoras, incluidas las historias que contienen, y pasajes de vida de las once mujeres.

Sabremos así que para acercarnos a Bombal hay que leer, sí o sí, La amortajada, “relacionada con Pedro Páramo”, y los cuentos “El árbol” y “Las islas nuevas”.

Que si de Ocampo se trata, de amplia obra publicada, no se puede ignorar su vida personal… “que le hubiera gustado ser exitosa, o sea, que la leyera mucha gente [que] tuvo algunas reseñas malas, muchas buenas, pero la suya no fue una obra ampliamente leída (...) En realidad ella quedó opacada por Bioy Casares; era conocida como la esposa de Adolfo, y no era sólo eso”.

Como también que en la confluencia de vida y obra, vidas de mujer-obras de mujer, la tradición nos enseña pasajes únicos, como el de Arredondo, que aunque interesada desde joven en la literatura empezó a escribir “por casualidad, como un remedio contra el dolor”, escribe Melgar.

“Arredondo”, añade la autora, enfatizó mucho sus dificultades para escribir. Ella buscaba la palabra exacta, la palabra que fuera verdadera para sus personajes. Alguna vez le preguntaron por qué no escribía novelas; contestó que para ella era mejor un texto acotado, redondo, más preciso, y que una novela tiene más cosas prescindibles o innecesarias”.

Los temas de Arredondo, recuerda Melgar, fueron siempre “las pasiones profundas y oscuras del ser humano, toda esa vida interior que no es lo que corresponde a la moral o al orden social”. Territorio donde se despliegan obras como Río subterráneo (y si de territorios se habla habrá que recordar El Dorado, de la misma autora) y, por supuesto, la sexualidad (“perversa, en el sentido de que está torcida, o censurada, o que debe ocultarse”) y el deseo (“relacionado con el mal, con la idea del mal como contaminación y corrupción, que es algo que no se ve tanto en términos de moralidad, porque no hay juicio de valor”).

Lispector y “la frontera del idioma”…, Garro y las diferentes lecturas de Los recuerdos del porvenir…, Peri Rossi y su representación de los escritores del exilio latinoamericano…, Enríquez y su literatura de terror, aunque la misma incluya vetas tan importantes como los temas políticos y la experiencia de las dictaduras del Cono Sur…

Diferentes autoras y temas incluidos en éste, además de valioso, muy actual libro de Melgar cuando nos recuerda:

“Si desde la crítica feminista decimos que lo personal es político, estas mujeres lo demuestran. Lo personal es político porque tiene que ver con el sistema social y político, con las formas en que se vive en el mundo, con cómo se conciben las relaciones personales”.


  • Mauricio Flores
  • mauflos@gmail.com
  • Periodista, estudió Ciencia Política y Administración Pública en la UNAM
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.