La agresión de comerciantes ambulantes contra elementos de Vía Pública se veía venir ante la descarada invasión de las calles del Centro Histórico que tiene un fuerte olor a delincuencia organizada.
Resulta evidente que para desafiar abiertamente a la autoridad tienen apoyo, o forman parte de algún grupo criminal que los respalda, pues de lo contrario habrían negociado antes de apoderarse del primer cuadro de la ciudad.
El sábado por la tarde se registró una agresión física en contra de 10 elementos de la dependencia quienes realizaban un recorrido en la calle 5 de Mayo, para que los informales respetaran los espacios y lineamientos que estableció el gobierno municipal.
Está claro que los comerciantes no tienen respeto a la autoridad, porque lejos de acatar las disposiciones les respondieron a golpes. La fortaleza de esas agrupaciones es generar confusión para cometer delitos y luego aparecer como víctimas cuando no lo son.
La presencia del ambulantaje y sus consecuencias en la zona del Centro, se pudo apreciar desde el mes de octubre, y fue permitida por la administración anterior, pero ahora corresponde al alcalde Pepe Chedraui resolver el entuerto que le dejaron.
Si bien se trata de un asunto del ámbito municipal, tampoco habría que descartar la intervención del estado, o incluso de la Federación, debido a la presencia de actividad criminal como la venta de productos piratas y grupos de choque para enfrentar a los inspectores.
Eso además del riesgo que representa para turistas y poblanos, porque en las calles tomadas por los ambulantes rondan los delincuentes comunes, que ante el desorden y el caos buscan sacar provecho.
Además del boquete financiero, Adán Domínguez le heredó a Chedraui un conflicto peor de complicado, porque el tema del dinero se resuelve con dinero, pero negociar con delincuentes es mucho más difícil.
Lo peor para el alcalde es que deberá enfrentar la situación con mucha inteligencia, porque si se desborda el problema podría quedar como el villano de la película, cuando en realidad los malos están en el otro bando, ahora disfrazados de vendedores.