Como millones de mexicanos, caí en la tentación del Buen Fin, y terminé comprando algunos regalos para mis hijos y nietos, porque en honor a la verdad los descuentos eran tentadores para despreciarlos y fue una Navidad adelantada.
Desde el 30 al 70 por ciento, muchos artículos tenían rebajas en estos días, aunque tampoco puedo certificar que realmente lo sean, porque los comercios establecidos tienen fama de jugar con la oferta y la demanda.
Lo que es un hecho es la gran afluencia de personas, que acudieron por miles a los diferentes centros comerciales en la zona metropolitana de Puebla, donde fueron días agotadores para compradores y empleados.
Esa misma tendencia se presentó en toda la República, donde además estaban a reventar los lugares de esparcimiento, porque la temporada de compras coincidió con los días de asueto y aprovecharon ambos motivos.
No cabe duda que los seres humanos somos consumidores compulsivos, y nos dejamos llevar muchas veces por el instinto de adquirir para satisfacer alguna necesidad.
Los expertos señalan que cuando compramos algún bien o servicio, nos brinda seguridad, aunque al final esa satisfacción se desvanece con mucha facilidad.
También y aunque nadie queremos admitirlo, buscamos la felicidad a través de las posesiones materiales, y al final terminamos por darnos cuenta que ese estado de alegría es efímero.
Aunque fui "víctima" de mis propias necesidades, me queda el consuelo que tampoco generé deuda a largo o mediano plazo, y dentro de lo malo, lo bueno es que pude contenerme a tiempo.
En las redes sociales hubo historias de algunas personas que llegaron a los golpes, como en el caso de un establecimiento en el municipio de Tehuacán que se pelearon por un aparato electrónico.
Por fortuna El Buen Fin es una estrategia que solo se lleva a cabo una vez al año. Ahora nos queda esperar la época decembrina donde debe predominar la familia y evitar hasta donde se pueda las ansias de comprar.