Una Piedra en el camino...

Monterrey /

A pesar de que su trabajo en los últimos años ha dejado mucho qué desear, la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra, fue ratificada en el cargo por la aplanadora morenista.

En todo el territorio mexicano hay miles de denuncias ciudadanas sobre la insensibilidad del Gobierno con los grupos vulnerables, que como siempre ocurre, resultan afectados por abusos de las autoridades.

Para muestra, un botón: en el estado hay más de seis mil personas desaparecidas, y ni las localizan, ni apoyan a las víctimas del daño colateral, lo que deja en total indefensión a los hijos y viudas que están sufriendo muchas necesidades.

También en todo el país hay centenares de quejas de los paisanos, que por cierto ya no tardan en regresar a su tierra para pasar las vacaciones navideñas. A su paso por las carreteras son abusados por las propias autoridades.

Hace unos días me platicaba un joven migrante la cadena de corrupción que sufrió en carne propia, al ingresar por la frontera de Tamaulipas rumbo a Puebla en su vehículo modelo 2005.

El poco dinero que traía para su madre, ni siquiera fue suficiente ante las constantes mordidas que le dieron los oficiales de la Guardia Nacional solo al cruzar el estado de Nuevo León.

Al seguir su trayecto a su destino se le terminó el efectivo, y cada que lo detuvieron tuvo que dar una larga explicación a los “guardianes del orden”, que afortunadamente se compadecieron y lo dejaron llegar a su terruño.

Así es como este poblano de 22 años tuvo su primera experiencia al regresar luego de unos años en California, y tampoco hubo nadie que lo auxiliara, pues los que se supone deben defender sus derechos andan en la grilla.

Con todo respeto para Chayito Piedra, su señora madre, doña Rosario Ibarra de la Garza, sin tener un cargo como el que ella ostenta, siempre fue una activista y defensora reconocida por ayudar a las madres buscadoras.

En este país está comprobado casi científicamente que el poder total corrompe hasta el más impoluto, y nos deja a merced de los grupos criminales que con uniforme y sin él abusan del pueblo sabio.


  • Miguel Ángel Vargas
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