Hemos asistido en las semanas y días anteriores a ciertos actos cuya intención no parece ser otra que plantear una situación de ganar–perder: “Nosotros ganamos ustedes perdieron, y no le muevan”. El gobierno federal y la facción más numerosa en las dos cámaras del poder legislativo han llegado a los extremos de imponer sus posturas sólo porque son sus posturas. Las oposiciones se han comportado según el guion de mostrar sus desacuerdos, razonados o no, en el intento de dejar constancia de sus mejores propuestas y de hacer ver las obvias equivocaciones de los otros casi una tiranía con fachada democrática. Tiranía que se enoja cuando les hacen ver su ridículo. Se enojan y golpean a sus opositores, sobre todo cuando les hacen sentir sus “metidas de pata”.
¿Vamos a llegar lejos con esas posturas casi imperiales? Llegarán, como dice la voz popular, hasta donde les alcance el dinero. Si el monedero se queda vacío o con muy poco, comenzarán las reclamaciones y la pérdida del apoyo, de quien hoy lo otorga. Ahora tenemos focos amarillos, alguno en rojo y eso permite mostrar calma. Si los focos rojos se tornan numerosos, el apoyo popular desaparecerá. Aquí es donde el aprendizaje toma su lugar y ofrece sus caminos. La sociedad en su conjunto aprenderá que no hay camino fácil y por tanto la necesidad de construir propuestas que lleven a generar situaciones de ganar–ganar.
La clave de la popularidad del partido nacional gobernante son las entregas de millones de pesos a millones de mexicanos, cuya simpatía queda comprada pero no aprendida. Si se cierra esa “llave” la popularidad del actual gobierno disminuiría hasta un punto desconocido entre el rechazo y el abandono. Además, los gastos del gobierno están comprometidos con sus acreedores, quienes tienen paciencia que algún día se les acabará. Con popularidad comprada y con gastos forzados sin mejora de los servicios encargados al gobierno, la simpatía estará comprometida en un plazo más corto de lo pensado. Entrar por la fuerza de la realidad a un periodo de austeridad controlada causará que no se podrán sostener los pactos previos y ahí… el apoyo masivo desaparecerá, y se impondrá la urgencia de construir, ahora sí, un proyecto nacional basado en una situación ganar–ganar.
¿Cómo se puede lograr construir algo que se parezca a ganar–ganar al menos parcialmente? Desde luego no será fácil y a la vez posible. No es una ruta centrada en negociaciones sino en aprendizajes, lo cual implica construir una sociedad del aprendizaje.
Un punto de partida es la convicción de que un país, como una empresa, una familia y una comunidad, no se puede edificar sin capacidades para conseguir una sociedad pujante, cuidadora de sus partes débiles o necesitadas, comprensiva de los diversos futuros posibles pues el futuro real es inescrutable, convencida del valor de los diferentes modos de vida con excepción de los individualistas furiosos, capaz de reproducirse con base en la educación de las infancias y juventudes y respetuosa de los diversos modos de contribuir al aprendizaje de toda la sociedad.
Si bien, lo anterior son ideas discutibles, eso, la discusión entre las partes ayudará al respeto de unos por los otros para conservar entre esas partes la capacidad de aportar al proyecto común y conservar el reconocimiento de los frutos logrados por parte de unos y otros, en la construcción de un presente común.
Un punto clave es el aprender a aceptar las fallas de la economía de la sociedad, y colaborar en la corrección de esas fallas. La economía es clave para construir una “casa común” lo cual es difícil de lograr si la sociedad en su conjunto no aprende cómo corregir las fallas sin derribar las bases acordadas de esa economía. El acuerdo no garantiza el logro accesible a todos. Basta con lograr la capacidad de aprender cómo corregir esas bases para evitar fallos previsibles para alguien. Hoy la economía está configurada por los valores del individualismo y las fallas se tratan de resolver con dádivas, lo cual impide aprender cómo corregir las fallas estructurales de ese individualismo económico, y asegurar bienestar para todos los miembros de la sociedad.
Otra clave, casi obvia, de una sociedad del aprendizaje es “aprender cómo se aprende” a conocer la vida de la sociedad para encontrar los lugares y actividades deseadas por cada miembro de la sociedad y necesarias para aportar al conjunto social. Desde siglos atrás los dirigentes de las sociedades hablan de la educación como la forma de lograr miembros enterados de lo necesario para participar de la vida social en todos sus ámbitos, especialmente en el económico, a fin de lograr la contribución de todos ellos a lograr esa sociedad del aprendizaje deseable. Sin embargo, todavía hoy se confunde conocimiento con escolarización. Se puede ilustrar ese hecho con la confusión frecuente entre aprender y memorizar. Los exámenes, escolares y otros, piden a los estudiantes repetir lo “qué leíste, oíste y se te ocurrió en tus clases” lo cual se “aprende de memoria” y no se pide “qué aprendiste y cuáles productos se obtienen al aplicar ese aprendizaje”, intelecciones muy útiles para reconocer la relación íntima entre conocer y actuar.
Finalmente, otra clave de una sociedad del aprendizaje es la convivialidad. Ese aprendizaje y conocimiento es necesario para establecer relaciones con los demás y a construir interacciones entre las personas y los elementos no humanos de la sociedad. Relaciones e interacciones son claves para construir lazos y vínculos con las personas, necesarios para acordar y realizar trabajos, propuestas y acciones congruentes con la sociedad del aprendizaje. ¿Será posible?