Empezar a trabajar para realizar una tarea, una función, importante y casi desconocida para la persona encargada tiene al menos dos caras. Por un lado, es una tarea que entusiasma con retos muy provocadores para la persona, además, permite viajar, conocer, reunirse a decidir con las personas más importantes en sus temas, y tiene el fabuloso estímulo de decidir lo que sí y lo que no se hará.
Al mismo tiempo, esa tarea cobra la novatez de la persona quien la inicia por primera vez. La desilusiona pues en varias ocasiones “el horno no está para bollos” y la persona necesita hacer cara agradable y decir “no va”. Decisión siempre desagradable. Además, al ser una decisión desagradable con frecuencia se matiza, se concede una prórroga o sólo una parte de lo que se le pedía. Es decir que la persona queda mal con todos pues el tema se cierra para no causar más embrollos.
Así, en el transcurrir del tiempo, la persona entusiasta, encargada de una tarea inicialmente desconocida y retadora para ella, va revelando sus secretos, sus mañas, sus arreglos previos a la reunión en la mesa de decisión, y claro ante los demás queda expuesta la habilidad o la torpeza de la persona novata. El ejemplo reciente en nuestro país de este proceso de dirección y mando es la presidencia de la república y los puestos más altos de la burocracia política, diseñada para motivar y dirigir el caminar del país. Nada más, nada menos.
El inicio del nuevo gobierno federal mexicano está en esa etapa de tener enfrente una tarea muy motivadora y riquísima de aspectos retadores y también de certezas sobre la enorme importancia de las decisiones concretas tomadas o demandadas por el país a través de las organizaciones políticas, económicas, sociales y ciudadanas. Hasta ahora, si el juego fuera futbol, el gobierno está “jugando” con varios goles en contra. Para colmo ha “fallado algunas penales”.
Una clave es el tema del presupuesto federal. Esta vez es inevitable un presupuesto digamos austero. Rubros importantes o no subieron en el porcentaje establecido o bajaron sensiblemente. También es cierto el reacomodo de ciertas partidas en otra sección o rubro del gasto no usual, lo cual produce que el monto en ciertos rubros baja, pero eso menos se acomodó en otro rubro, ahora a cargo de otra dependencia.
Con todo y la aclaración de esos detalles por parte de la oficina de la presidencia o por la misma presidenta, el gasto es austero comparado con el año anterior. La nueva secretaria encargada de la seguridad pública recibe el gasto que se “recortó” a la Secretaría de la Defensa Nacional, antes encargada de la seguridad. Al mismo tiempo se descubre una situación de corrupción a lo grande en el Puerto de Manzanillo donde todos los colores están involucrados, con el resultado de un incremento desorbitado en los procesos aduanales y recuperación de los insumos llegados en barco a ese puerto. Esos “negocios” no se hacen de un día para otro. El nuevo gobierno tiene ahí una herencia explosiva y ha de demostrar su capacidad para resolver el problema, so pena de empeorar el desorden, el gasto y hasta la vida de personas.
Así, el nuevo gobierno tiene cuatro o cinco asuntos explosivos. Entre otros, el déficit, la deuda de Pemex y de CFE con todo se puede ver muy pocos cambios de fondo en el tema presupuestal. Y también se puede observar el poco gusto con el cuál la presidencia trata esos temas.