Todo indica que el gobernador Pablo Lemus no se andará por las ramas. No hizo ni compás de espera para empezar a mostrarse ejecutivo en aquellos temas que considera prioritarios. El más relevante, sin duda, la seguridad pública y ya más específicamente el tema de las desapariciones. En otro aspecto, está visto que a Lemus le importa, y mucho, llevar la fiesta en paz con el gobierno federal. Él sabe bien que sus programas fundamentales tendrán que estar vinculados a una estrecha coordinación con la presidenta Sheinbaum ya que los recursos propios resultarían insuficientes para grandes obras de infraestructura y transporte y, como lo confirma la reunión de Acapulco, igualmente es vital para concretar acciones en seguridad.
Tampoco el gobierno de Sheinbaum puede seguir una línea dispareja en cuanto al trato con las entidades federativas y es en ese punto en el que habrán de ajustarse las relaciones en los dos niveles. Basta con recordar que gobiernos anteriores lograron buenos resultados a raíz del entendimiento político. A la fecha y en vías de lo que será el ajuste final presupuestal, es más que evidente la importancia de evitar un ambiente de rispidez ya que, como se decía, algunas obras como las que tienen que ver con el mantenimiento carretero o la continuación de infraestructura hídrica, o los planes de Lemus tanto para culminar la Línea 4 del Tren Ligero y arrancar en corto plazo la Línea 5, al igual que las asignaciones para el gasto educativo –un asunto del cual se aprecian avances con las recientes declaraciones del Rector actual de la Universidad de Guadalajara Ricardo Villanueva, quien confía en un incremento sustancial en el subsidio–, y otras más, se verían comprometidas sin la buena disposición del gobierno central para la aplicación de recursos correspondiente.
En otro orden de cosas, de poco serviría el empeño por garantizar un mejor índice de seguridad, sin una coordinación efectiva. La pretensión de librar las necesarias batallas contra el hampa organizada no cumpliría a cabalidad sus metas sin la colaboración mutua entre ambos gobiernos. Esto, independientemente de la voluntad manifestada ya por Lemus en cuanto a atender problemas altamente sensibles a la población, como las desapariciones. La reunión sostenida por el gobernador con los grupos y organizaciones dedicadas a la búsqueda de personas y a las estrategias para prevenir secuestros y labores del sicariato obligadas como ha sucedido frecuentemente en la Central Camionera Nueva, abre efectivamente un nuevo camino para acciones más efectivas en este sentido. Mediante el trato directo con los familiares de las víctimas, será más realista pensar en resultados. Empero, se trata de delitos en los cuales no puede negarse, por el llamado modus operandi, la intervención de organizaciones criminales, lo cual, de nueva cuenta, hace exigible la participación de fuerzas federales para llegar la erradicación plena.
No hay duda de que en estos momentos el equipo de trabajo de Lemus se encuentra inmerso en la elaboración de sus respectivas plataformas de trabajo, aunque de hecho los lineamientos fundamentales fueron ya planteados por el gobernador. Algunas de sus acciones pueden parecer de otro nivel, pero no dejan de ser importantes, como es el de empezar a aplicar medidas emergentes en la vialidad, como en López Mateos, dentro de un esquema de proyectos piloto que sin duda se extenderán a otras áreas. En este caso, no de hay de otra y habrá que pensar en la ampliación de la carretera de acceso a la metrópoli por el sur y a la par vialidades que conecten perpendicularmente a todo lo largo de esa importante arteria.
Lemus, además, ya estableció que mantendrá criterios independientes en los temas de salud y educación, lo cual no significa necesariamente un reto para los planes del gobierno federal. Nada de eso. Jalisco ha seguido una política con criterios y manejos que le han resultado eficaces. Cambiarlos podría hacer caer su calidad y eficiencia, de manera que habrá que continuarlos de esa manera. Y esto lo sabe bien la presidenta aunque su intención obvia es la de estandarizar y mantener el monopolio de la Federación en éste y otros renglones.
Es temprano para apreciarlo, pero no hay duda de que Pablo tiene sus prioridades y a juzgar por lo esbozado por él mismo y por sus cada vez más claras intenciones, será este un sexenio de trabajo conjunto, mucho diálogo, con sentido de unidad y relación cordial con todos los sectores. La discordia y los radicalismos siempre existirán, aunque en lo que toca al nuevo gobierno en Jalisco se manifiesta suficiente capacidad para superarlos.