Parece que la opinión pública en Jalisco se va centrando en torno a una visión más optimista. Pablo Lemus reúne cada vez más reconocimientos para fortalecer el estado y llevar las cosas adelante sin la rispidez del pasado. Esto no aparta al gobernador de algunos criterios que, aun habiendo comenzado en el sexenio anterior, han comprobado su eficacia y viabilidad, como lo son los temas de salud y educación. “Al estilo Jalisco”, señala como lema el mandatario jalisciense, para apuntar que está más que dispuesto a la coordinación con los demás niveles de gobierno, y especialmente con el federal, pero sin renunciar a modalidades y programas que ya han tomado carta de naturalización en esta tierra.
Así, en la víspera de la primera visita presidencial dentro de esta administración, hay cuestiones que estarán sin duda entre las prioridades en las que se quiere dejar convencida a Claudia Sheinbaum por parte de Lemus. Por sabido se da que no son asuntos menores y que, de alguna manera, representarán la necesidad de muy buena voluntad -y gasto- de parte de ella para dar a Jalisco satisfacción a servicios primordiales de nuestra población. Así será con la conclusión de la línea 4 del tren ligero, que conduce hacia el vecino municipio de Tlajomulco con su pesada carga de moradores (tercera ciudad de la entidad, así de sencillo), y además la realización de un proyecto adicional en el transporte público, la línea 5 del mismo tren que en su caso conectaría oriente y poniente del área metropolitana. Hay, naturalmente, otros planes en la primera línea de interés, como los relacionados al mantenimiento carretero -sobre todo e inexplicablemente, dado de dónde proviene, el de rango federal- y otros referidos al medio ambiente, suministro de agua potable, aparte de las delicadas cuestiones relacionadas con la seguridad.
Bien se podría hacer un recuento de todo lo fundamental que fue hecho en el pasado gracias a una buena relación entre los gobiernos estatal y federal. La línea 1 del tren se inició gracias a un contacto muy cercano entre Enrique Alvarez del Castillo y Miguel de la Madrid, quien también hizo la autopista a Manzanillo; Guillermo Cosío llevaba buena relación con Carlos Salinas hasta que sucedieron las explosiones y aquel renunció, pero se hizo la línea 2, arrancaron los trabajos del plan de dotación de agua para Guadalajara que apenas hace unos meses avanzó y se realizaron las grandes autopistas a México y a Nayarit, y la de Vallarta que prácticamente acaba de llegar a su conclusión; y luego la triada de gobernadores panistas, con Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, a quienes tocó buen contacto con sus correligionarios Vicente Fox y Felipe Calderón, mientras que Jalisco tuvo avance merced a la vinculación oficial de Aristóteles Sandoval y Emilio Peña Nieto. Y la lista es larga de las aportaciones presidenciales a Jalisco en esos tiempos. Las dificultades empezaron a darse entre Enrique Alfaro y López Obrador, de ahí la trascendencia que, aun con partidos tan disímiles, Pablo Lemus pueda sobrellevar positivamente el gobierno de Sheinbaum.
Y hay bases para pensar que así será. Ciertamente algunos en el cuatroteísmo se dirigen intencionalmente para que Morena consiga los triunfos venideros más relevantes de su historia en el estado, como son las alcaldías de Guadalajara y Zapopan y por supuesto la gubernatura de la entidad. A ello le apuestan no tanto la presidenta sino la gente radical de su partido. Los indicios de una ruptura morenista en el Congreso del Estado es un ejemplo de que varios de sus dirigentes fácticos y poderes paralelos, buscan el enfrentamiento para las metas futuras. Pero la presidenta quizá tenga otra idea, como la de mantener un estado en paz y tranquilidad política, además de buscar los éxitos electorales siguientes mostrando los beneficios directos que pueden recibir los jaliscienses que se mantienen mayoritarios con una línea política diferente.
El mismísimo cardenal Francisco Robles Ortega ha tenido palabras, no diatribas ni de confrontación como sucede con su homólogo emérito, que subrayan la necesidad de conservar la línea más apacible posible entre los gobiernos del estado de la república. Lo que es más, ve en palabras de Lemus, signos que inspiran confianza de que hay una visión más optimista para Jalisco en los próximos años. A Lemus no le faltarán detractores y buscapleitos entre las filas morenistas, pero Sheinbaum y al parecer también la líder de su partido, Luis María Alcalde, saben ir más al fondo de las cosas y otorgarán a Pablo una valiosa oportunidad de aplicar su “estilo Jalisco” de gobernar. La visita próxima de la presidenta dará un gran panorama al respecto puesto que su distanciamiento original es entendible, por cuestiones institucionales. La visión del Cardenal en funciones no es única, a ella se han sumado la iniciativa privada casi unánimemente, universitarios, intelectuales, etcétera.
Hay mucho por hacer para que Pablo Lemus Navarro consolide lo esencial y prioritario y sabe, lo hemos visto en sus gestiones municipales, establecer los lazos y manejo de lo político de manera tal que, a fin de cuentas, nada se le atraviese en el camino a sus programas. Lo logrará, su capacidad en el terreno de la negociación política parece ser en él algo innato, y será muy benéfico para el estado.